Educar para una nueva sociedad: Razón, Verdad y Esperanza

42 actas del primer congreso católicos y vida pública dado un paso más en la publicidad de sus servicios. Utilizó la imagen de la creación del hombre, de la Capilla Sixtina, para explicar al público que, en nuestro tiempo, estamos asistiendo al nacimiento no sólo de una nueva forma de relacionarnos con los medios de comunicación, sino que éstos son los únicos capaces ahora de dar, de animar, la vida que el hombre y el mundo necesitan. El mensaje es claro: los nuevos medios no serán una obra del hombre, sino al revés, el nuevo hombre será obra de los nuevos medios. Los medios, ‘crean’ al hombre y determinan lo que piensa, sus gustos, sentimientos, emociones y comportamientos. La comunicación ocupa un espacio central en lo que se denomina la postmodernidad. Pero la cuestión de la comunicación es hoy especialmente la cuestión del hombre, de la persona. Se podría decir que hay tantas definiciones de comunicación como definiciones de hombre. Lo que nos interesa es pensar en esa persona que está creando la nueva comunicación a través de los nuevos medios. El homo sapiens se está convirtiendo en “homo pantalicus” (hombre de la pantalla). Según los teóricos de la cultura postmoderna, ya no estamos en la época en que la cultura era un sistema completo y coherente que explicaba el mundo. Ya no estamos en un momento en el que la comunicación ayude a la cultura a ofrecer sentido y a dar sentido. La naturaleza, el cosmos, ya no fija la unidad y el orden. Son las redes, la Red como tejido de redes, los flujos, la moda, los que cubren la realidad sin puntos de referencia, ni centros declarados. En los tiempos hipermodernos, la cultura se ha convertido, como afirma G. Lipovetsky, en un mundo que tiene la circunferencia en todas partes y el centro en ninguna (Lipovetsky & Serroy, 2010). La comunicación es el nuevo sinónimo del progreso. Hubo un tiempo en el que las personas creían que iban a ser capaces de

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