Educar para una nueva sociedad: Razón, Verdad y Esperanza
94 actas del primer congreso católicos y vida pública autonomía en reciprocidad y con la no-dominación como aspiración a que las normas sociales no acaben cercenando ese espacio que las personas necesitan para llevar a cabo sus vidas. Por eso, la libertad que transmite la familia es una libertad participativa, porque sabe que necesita de los demás para construir una realidad social cada vez más acogedora y humana. La educación en familia que se ha esforzado en crear personas comprometidas y solidarias es un referente privilegiado para visualizar una vivencia de la libertad ‘en positivo’, es decir, una vivencia de la libertad que construye y no que destruye. La clave está en educar en un sentido de la participación para que las personas puedan participar en aquello que les afecta y les compromete con los otros. b. La pertenencia La educación en familia no se da en el vacío, ni llueve como caída del cielo. Se da en un contexto. De ahí la pertinencia de educar en un sentimiento de pertenencia a una comunidad de referencia, que por la propia dinámica de su pretensión universalista tiene que abrirse a una pluralidad de referencias. Ahora bien, permanecer abierto a la pluralidad no tiene porqué suponer el abandono de la comunidad de pertenencia. A lo que invita una educación en la pertenencia es a buscar con otros ‘espacios de acuerdo’ para vivir los valores de referencia que nosotros hemos diseñado a través de los grandes valores que exteriorizan la presencia del Reino. El sentido de pertenencia para el que debería educar la propuesta educativa de la familia es para compartir valores –
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