Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

18 actas del segundo congreso católicos y vida pública Y, ¿quién les hará mal si se afanan por el bien? Mas, aunque sufrieran a causa de la justicia, dichosos ustedes. No les tengan ningún miedo ni se turben. Al contrario, den culto al Señor, Cristo, en sus corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón de su esperanza . (I Pe 3: 8-9, 13-15) Ante las situaciones de crisis social, económica, familiar y de muchas otras circunstancias que vivimos suena irónico e incluso cínico que nos atrevamos a hablar de esperanza. La tentación de nuestra condición humana tiende a la desolación y al desconsuelo. La falta del sentido de lo trascendente, del dejar que la fe abarque todos los asuntos de nuestra vida y los mueva, nos hace desconfiar del futuro e incluso de la providencia divina. Pero esa actitud es contraria a la fe que hemos recibido y reta una de sus verdades fundamentales: que Dios siempre cumple sus promesas. ¿No vale la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? ... No anden, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso. (Mt 6: 25b, 31-32) Frente a esta actitud que parece ser la más natural y comprendida frente a las frustraciones propias de la vida, usando como referencia el sentido de desolación y desesperanza que sentían los discípulos de Emaús por el aparente fracaso de Cristo, nos dice el Papa Francisco: Un sentimiento análogo lo hallamos también en nuestra situación actual, la decepción, la desilusión , a causa de una crisis económico- financiera, pero también ecológica, educativa, moral, humana. Es una crisis que se refiere al presente y al futuro histórico, existencial del hombre en esta civilización occidental nuestra, y que acaba además por afectar al mundo entero. Y cuando digo crisis no pienso en una tragedia. Los chinos, cuando quieren escribir la palabra crisis , la escriben con dos caracteres: el carácter del peligro y el carácter de la oportunidad. Cuando hablamos de crisis, hablamos de peligros, pero también de oportunidades. Este es el sentido en que utilizo la palabra. Cierto, cada época de la historia lleva en sí elementos críticos, pero, al menos en los últimos cuatro siglos, no se han visto tan sacudidas las certezas fundamentales que constituyen la vida de

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