Familia: Identidad, Retos y Esperanza

101 familia: identidad, retos y esperanza como varón y mujer, y de tal forma es así que, siendo la mujer tan hombre como el varón, los dos forman la unidad y la totalidad de lo humano. Ni lo masculino, ni lo femenino, por sí solos y al margen del otro, agotan en sí mismos todo lo humano, que solo se realiza en la unidad de los dos a la vez que en la diferencia. Pero, tampoco lo masculino, o lo femenino, por sí solos y al margen del otro, agotan en sí mismos toda la imagen de Dios en el hombre creado. La diferencia sexual expresa en la carne una invitación al encuentro y a la comunión y, por ello mismo, constituye en sentido propio una vocación. Estos datos bíblicos que reafirman la diferencia sexual del hombre creado preparan la bendición que Dios dirigirá a la pareja humana primordial, para asegurarles su fecundidad y, con ella, asegurar también la perpetuación de la especie humana. Todo esto nos permite concluir que la diferencia sexual encierra dos significados básicos: la complementariedad y la fecundidad. Hablar de identidad sexuada masculina y femenina nos remonta, por tanto, al ámbito más estructural del ser humano, a lo que define al hombre en su integridad. Urge allanar el camino hacia una interpretación trinitaria de la dualidad sexuada varón-mujer, en la que se puede fundamental también la teología de la familia como imagen de la Trinidad. Con esto, nos situamos en las antípodas de la ideología de género; pero, de hecho, la teología de la familia no tiene igual desarrollo según se incluya –o no– la diferencia sexual corpórea y la relación masculinidad-feminidad en el contenido de esa imagen de Dios. Si el hombre, creado como varón y mujer, es creado así, sexuado, a imagen de Dios, entonces el cuerpo y la diferencia sexual, es decir, la masculinidad y feminidad forman parte del contenido de esa imagen divina. Este fundamento teológico y revelado de la cuestión de la diferencia sexual es vital para esclarecer, por ejemplo, la identidad y naturaleza del vínculo conyugal propio del matrimonio cristiano. Y aquí me permito hacer un excursus de tipo más jurídico. La cuestión de la sacramentalidad del matrimonio reclama un análisis más profundo de los elementos que constituyen dicha sacramentalidad, entre los que se sitúa el consentimiento matrimonial que los esposos

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