Familia: Identidad, Retos y Esperanza

126 actas del tercer congreso católicos y vida pública ser que nunca consiga un trabajo a tiempo completo, no podrá nunca cualificar para una casa dado el requisito de tener un trabajo a tiempo completo. El efecto neto de esta complejidad es que muchos jóvenes tienen dificultad para moverse a un nivel mayor de apego y compromiso, o sea, un nivel donde la clara intención sea el matrimonio; es decir una relación permanente. (Australia Institute of Health and Welfare, 1998). Las políticas tanto públicas como empresariales y comerciales no se han adaptado a los cambios económicos y sociales que están ocurriendo en la sociedad. La política pública no puede estar divorciada de las normas, comportamiento y actitudes de la gente. Factores económicos o políticas públicas que obliguen al joven a permanecer dependiente de sus padres puede causar daño social, incluyendo el rompimiento familiar. Una sociedad saludable se construye sobre familias y comunidades saludables. Existe una necesidad apremiante de que la política pública adopteunenfoquecomprensivoparaapoyara las familiasyuncompromiso para establecer unmecanismo que coordine todas las políticas que afectan a la familia. La familia no es una unidad estática. Por lo tanto, para que la política pública sobre la familia sea relevante y efectiva, tampoco puede ser estática. Hasta que se repiensen estas políticas, y los supuestos en los que están basadas, el actual desfase continuará afectando adversamente a las personas, las relaciones familiares y el bienestar de la familia. Esto es particularmente así en el caso de la gente joven. una economía diferente Paso ahora a mi tercer tema. Lo he titulado una economía diferente. Si queremos cultivar el bien común y movernos hacia donde nos llaman las enseñanzas de nuestra Iglesia, expresadas en distintas encíclicas y cartas papales, tenemos que movernos a un sistema diferente que valore la dignidad del ser humano. La Iglesia no puede resolver los problemas económicos, pero puede llevar a cabo pequeños gestos que alienten la esperanza y apunten en la dirección en la que debería moverse la acción política desde una perspectiva cristiana, llamando a capítulo a los poderes públicos.

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