Familia: Identidad, Retos y Esperanza
23 familia: identidad, retos y esperanza cosa. Una sola. La diferencia sexual es probablemente la de nuestro tiempo”. La diferencia sexual, el matrimonio entre un hombre y una mujer, es el tema de nuestro tiempo. Nos encontramos ante la espesura del presente en nuestra comprensión sobre la naturaleza, al tiempo que vivimos inmersos en una hipertrofia del elemento cultural que debilita una adecuada comprensión de las realidades más básicas. ¿Por qué y para qué la familia?¿Cuál es el sentido de la diferencia sexual?¿Dónde encuentra el arraigo del matrimonio? Es posible que alguien ponga la objeción de las limitaciones que puede aportar el Antiguo Testamento sobre estas cuestiones. Pero, una vez que el lector se deje llevar por la mano de nuestro autor, uno de los estudiosos de la Sagrada Escritura más atractivos en el panorama científico español, se dará cuenta de que el hecho de una lectura científica del Antiguo Testamento hecha desde el Nuevo, y a las puertas del Nuevo, nos ofrece unas perspectivas sorprendentes. Dar forma no significa deformar. El “potencial eurístico” nos permite unas conexiones inusitadas que enriquecen, sin lugar a dudas, la cuestión del sentido y la adecuada respuesta a las preguntas que nos hemos formulado anteriormente. La revelación bíblica sobre el amor humano se comprende solo desde una lectura unitaria de la Escritura; la revelación bíblica sobre el amor humano no se entiende acudiendo en primer lugar a la “legislación” matrimonial sino remitiendo ante todo a la historia de la salvación, y a los relatos que la recuerdan y fundan dicha legislación. De ahí la necesidad de recuperar el análisis de los principales textos del relato bíblico y cristiano en tres momentos metodológicos: la Torá, o los fundamentos del símbolo nupcial; los profetas, o la revelación de YHWH como esposo de Israel; y la Sabiduría, o el enigma del amor entre el hombre y la mujer. En nuestro tiempo, la relevancia personal del cuerpo se ha hecho irrelevante. Comer y copular han quedado reducidos a funciones a las que se sobreponen una intencionalidad externa que define la bondad de esas acciones. Sólo hay un límite para esta desdichada deriva: la prevención de la salud. Incluso el hambre y el sexo se confunden, generando extrañas actitudes. Debemos preguntarnos: ¿El hambre y el sexo escoden una verdad mayor? La naturaleza en la percepción del hambre y en la percepción erótica nos enseña el bien humano que comporta el comer y copular. La herida de estos deseos ha entrado
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