Familia: Identidad, Retos y Esperanza
26 actas del tercer congreso católicos y vida pública La vida en comunidad es esencial en el hombre. De hecho, la primera manifestación de la sociabilidad humana se produce en el ámbito de la familia. La familia, manifiesta Juan Pablo II, es el lugar primario de la humanización de la persona y de la sociedad. Por lo que, relegar la familia a un papel subalterno y secundario, excluyéndola del lugar que le compete en la sociedad, significa causar un grave daño al auténtico crecimiento de todo cuerpo social . La principalidad de la familia, está ordenada por la función primordial que desempeña en la configuración de la sociedad. Tal es su importancia, que las sociedades que se generan, son el reflejo de las familias que las constituyen. Por lo que, en tanto en cuanto sean las familias, así serán las sociedades que éstas formen. La sociabilidad, constitutiva de la naturaleza humana, suscita en el hombre la necesidad de compartir con los demás hombres. Esta participación del hombre en sociedad no es ajena a la unidad que le configura; sólo cuando el hombre es capaz de comprender su esencia –unidad de cuerpo y alma-, es capaz de superarla para entregarse a los demás, y obtener en el intercambio social lo mismo –unidad en sociedad. La unidad es, por tanto, el elemento esencial que nos permite alcanzar posiciones más elevadas como única vía de superación y descubrir esferas más allá de nosotros mismos. La unidad intrínseca del hombre le permite complementar su ser en la búsqueda de la unidad extrínseca a la que está llamado fuera de sí; el yo en comunión con el tú permite al hombre alcanzar “la humanidad completa” , al convertirse en “una sola carne”. Fuera de esta comunión, el proceso de formación del ser humano se desfigura y con ello la socialización del hombre. Por ello, es fundamental que las comunidades familiares a que dan lugar las comuniones matrimoniales, y que son las primeras sociedades en que el hombre se desarrolla, se sustenten en el mandamiento del amor, ya que “el amor puede ser mandado porque antes es dado”. De lo contrario, es decir, si creamos y permitimos sociedades que desconozcan que su motor vital es el amor –en el sentido expuesto-, estaremos impidiendo que el ser humano se configure en cuanto unidad y con ello que permanezca en su plenitud. Todo lo cual nos
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