Familia: Identidad, Retos y Esperanza

91 familia: identidad, retos y esperanza parece ser tan irreversible e incontrolada, que se hace difícil liderar una acción pastoral adecuada y coherente, capaz de hacer frente a esta compleja situación. Esto trae como consecuencia inmediata el hecho de que, a medio plazo, se va perdiendo impulso evangelizador. Pero, además, se promueve una actividad en favor del matrimonio y de la familia fragmentada e incluso precipitada, marcada de manera inmediata por la necesidad de dar respuesta a las urgencias pastorales. A la larga, este tipo de acción, quizá excesivamente aplicativa, puede no resultar tan eficaz como sería deseable, o por lo menos no llega a tener el calado suficiente como para contrarrestar o cambiar la difícil realidad matrimonial y familiar. Se impone, por tanto, unesfuerzonosolopastoral yevangelizador, es decir, en el orden de la acción, sino también teológico y doctrinal, es decir, que vaya al origen y fundamento de los problemas. De este modo, llegaremos a diagnosticar no solo los síntomas sino también –y sobre todo– las raíces más profundas en las que están enraizados los males que aquejan al matrimonio y a la familia en nuestra época actual. Se trata, por tanto, de combinar sabiamente esas dos dimensiones, pastoral y teológica –o doctrinal–, si queremos que la familia ofrezca al mundo de hoy una respuesta, que permanezca como roca firme frente al oleaje de las ideologías, las modas culturales o los vaivenes políticos. Ya el Papa Francisco, en la clausura de la pasada Asamblea General Extraordinaria del Sínodo, se refirió a esa tentación del «buenismo destructivo», que “trata los síntomas y no las causas y las raíces”. Esto significa que urge recuperar el método teológico-pastoral que Juan Pablo II expuso en aquellas famosas Catequesis sobre la Teología del cuerpo y sobre el amor humano, como preparación al anterior Sínodo sobre la familia que se celebró bajo su pontificado, en el año 1981. Si el matrimonio y la familia hunden sus raíces en el misterio del Principio , es decir, en ese misterio originario de la creación, en el que el hombre fue plasmado a imagen de Dios como varón y mujer, hay que remontarse a ese origen para conocer cuál era –y cuál sigue siendo– el plan de Dios sobre el amor humano, la sexualidad, el matrimonio y la familia. Solo volviendo a esta fuente originaria, a la revelación del Principio, podremos superar el nivel de los síntomas y de la casuística, para llegar a las raíces más profundas de los problemas y retos de la familia de hoy. El misterio

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