Familia: Identidad, Retos y Esperanza

98 actas del tercer congreso católicos y vida pública 4. tercer reto: la naturaleza e identidad del amor conyugal Muchas de las situaciones pastorales relacionadas con la identidad jurídica y sacramental delmatrimonio se anudanen torno a la cuestión fundamental de la identidad y naturaleza del amor conyugal, es decir, ese amor específico y propio del matrimonio, en el cual se sustenta la comunión familiar. Ya el concilio Vaticano II dedicó el n. 49 de la Gaudium et spes a tratar del amor conyugal, algo, por otra parte, insólito e inusual en la historia de los concilios. Allí se señalaban los dos objetos propios del amor humano, que son la persona y el bien. El amor humano es siempre una realidad interpersonal; tiene siempre como fin a otra persona, que ha sido objeto de una elección. Pero, para el amor humano no es suficiente la persona, sino que hace falta, además, una dimensión objetiva, que es el bien. Por tanto, amar es querer el bien para una persona. Así lo afirma el documento conciliar antes citado, cuando dice: “El amor conyugal, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona, abarca el bien de toda la persona” (GS 49). Ahora bien, la pregunta que surge aquí es: ¿cuál es el bien propio del amor conyugal? ¿Cuál es ese bien, único y común a los dos cónyuges, a través del cual se aman y se entreganmutuamente en la forma propiamente conyugal? Como respuesta diremos que ese bien conyugal, propio y exclusivo del matrimonio, es la comunión, ese llegar a ser “una sola carne” (cf. Gn 2,24) que, según el Génesis, es el contenido fundamental y la forma propia del amor conyugal. Hay, sin embargo, tendencias culturales que pretenden imponer otros formatos de comunión, haciéndolos equiparables y asimilables al verdadero amor conyugal. Y no solo me refiero a la ideología de género, o al pansexualismo, sino, sobre todo, a esa “cultura líquida”, caracterizada por la primacía de las “relaciones puras”, es decir, fugaces, inestables y cambiantes; relaciones que no generan vínculos ni compromisos estables y duraderos entre las personas. El “amor líquido” es un amor idealista y narcisista; se identifica con el sentimiento y el afecto y, por tanto, queda reducido a una mera experiencia emocional y afectiva. A la larga, esta concepción del amor conduce a vivir centrados en uno mismo, con lo que se va debilitando la comunión en el matrimonio y en la vida familiar. Este amor sin

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