Actas del III Congreso Internacional de Mística

122 actas del ii congreso internacional de literatura mística mucho menos de cultivar las virtudes y entregarse a las disciplinas de la vida religiosa con deliberación metódica. La analogía teresiana con el ajedrez implica unas expectativas de ahínco, disciplina y perseverancia en la vida contemplativa, con todos sus altibajos y en plena conciencia de que esas gracias son puro obsequio de una divinidad insobornable: unas expectativas por ende ajenas a una espiritualidad improvisatoria, facilona, superficial, o amorfa.13 La misma Teresa que encarece la necesidad de confesores letrados para orientarse en la vida espiritual, acomete en sus escritos el esbozo de su propio discours de la méthode para encaminar a sus monjas con santa testarudez e inteligencia práctica. Y es esa misma deliberación la que la lleva a explorar las metáforas del ajedrez como vehículos literarios de una pedagogía espiritual precisa y acendrada. Esta aplicación de su “ingenio” a la escritura mística con fines pedagógicos ofrece, al mismo tiempo, una base para matizar dos sesgos interpretativos entre los scholars de literatura que se suelen interesar por estas tradiciones religiosas. En primer lugar, los estudios literarios de mística suelen privilegiar lo apofático y lo inefable en la interpretación textual. Se gravita allí hacia la angustia de lo indecible, lo delirante y vertiginoso, la sucesión caleidoscópica de imágenes inestables y demás expresiones de esa frustración lingüística que san Juan de la Cruz moteja como dislates. La derrota del lector ante una poética de lo inenarrable se privilegia como clave de su estética, quintaesencia de una pedagogía espiritual abocada inevitablemente a lo hermético y esotérico. El crítico hace suya la pregunta de Thoreau14 —Do you presume to fable of the ineffable?— y la vuelve fundamento exegético de todo análisis pormenorizado. Se postula, sobre todo, un lazo de continuidad entre la premisa teológica de estas paradojas y su correlato poético. La apófasis como principio metafísico (el camino zigzagueante hacia Dios, un Dios sin atributos, a través de la negación; la via negativa de los escolásticos que precisan con rigor la transcendencia absoluta de Dios) da paso a la escritura apofática como estrategia literaria de cara a la experiencia inefable: esos mystical 13 Le agradezco esta intuición a mi venerable mentor en los estudios hebreos, el profesor Bernard Septimus, quien así reaccionara en una caminata cuando discurríamos sobre este capítulo del Camino teresiano. 14 Sayne (1985), in Thoreau’s 1839 A Week on the Concord and Merrimack Rivers.

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