MENSAJE DE LA DIRECTORA Dra. Caridad E. Álvarez Suárez A lo largo de la historia, la pregunta por Dios prefigura una necesidad universalmente atestiguada: el anhelo humano de eternidad. Preguntar dónde está Dios hoy provoca, en cierto modo, una reflexión paradójica. En sentido afirmativo, cuestionar dónde se encuentra Dios concibe la idea de una presencia: Dios está —Dios existe— aunque andemos a “zaga de tu huella”. Por otro lado, en sentido negativo, indagar dónde está Dios entraña una ausencia, la de su presencia escondida. Búsqueda y encuentro. En estos supuestos recaíamos para renovar la comprensión del fenómeno místico y adquirir una perspectiva de la mística como una experiencia de Dios que pueda vivirse hoy. Corría el 2019 y un nuevo congreso tocaba a las puertas de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Nos habíamos propuesto seguir ahondando en un tema que daba cuenta de una experiencia fruitiva de Dios cuya inefabilidad causaba, con extrema frecuencia, la paradójica imaginería del discurso místico, o lo que Luce López-Baralt concebía como “unas desconsoladas aproximaciones simbólicas”. Quienes han experimentado directamente la esencia de Dios, en unidad participante con el Amor infinito, lo intentan explicar de manera dificultosa, pues la experiencia cumbre sobrepasa los límites del discurrir racional. Los místicos han experimentado a
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