Actas del III Congreso Internacional de Mística

24 actas del ii congreso internacional de literatura mística si nunca las hubiera visto, ni sabría decir de qué hechura eran; mas por junto acuérdase [el alma] que lo vio” (ibid). La Reformadora descubre una curiosa relación de parentesco entre la experiencia del éxtasis unitivo y la sala abigarrada de ornamentos del camarín de Alba de Tormes. En la cúspide del éxtasis le había dado “a entender el Señor grandes secretos, que parece los ve en el mesmo Dios [y] se le descubre cómo en Dios se ven todas las cosas y las tiene todas en sí mesmo” (Moradas VI, 10, 3). En este pobladísimo “cielo empíreo” de la Divinidad la santa había entendido infinitas cosas de manera simultánea, pero ya luego era incapaz de dar noticia de una sola de ellas: había quedado “embebecida con aquel representársele las grandezas que vio, más no [podía] decir nenguna” (Moradas VI, 4, 8). Queda pues “con grandísima confusión” (Moradas VI, 10, 3) ante el milagro de aquel dinamismo divino inagotable del que había participado de manera directa. Como su maestro espiritual, san Juan de la Cruz, entiende que su alma se tenía que haber ensanchado ilimitadamente para participar del vórtice inaprehensible de la Esencia Divina, y llama al proceso “ensanchamiento interior”. Otro tanto Rusbroquio y su discípulo Taulero, que proponen a su vez que experimentaron la cima del éxtasis como un evento dinámico, en el que el alma sirve de espejo al flujo y reflujo incesante de la Trinidad3. El maestro de Grosendaal explica en su Espejo de la salvación del alma lo relativo a esta generación ininterrumpida de la Trinidad en la desnudez del hondón del ser, donde la mutua inhabitación de Dios y el alma se renueva incesantemente con nuevos encuentros. Rusbroquio, siempre cristocéntrico, asocia la supraesencia de nuestra alma con la segunda persona de la Trinidad pues, dada nuestra condición de criaturas, nos identificamos con la generación de Cristo en medio de este dinamismo trinitario. Pero, según el místico recuerda en sus Bodas del alma, ese dinamismo se alterna con la quietud gozosa última en la Esencia de Dios. En su altísima naturaleza, Dios es unidad esencial, 3 El testimonio de san Juan sobre al flujo de relaciones y procesiones intertrinitarias es, como se sabe, terreno delicadísimo, que incluso ha llegado a causar escrúpulos a los teólogos, ya que se les suele convertir en verdadera crux interpretum. Para la influencia de Rusbroquio sobre san Juan de la Cruz, (en especial sus libros Bodas del alma, la Perla brillante, El Reino de los que aman a Dios y el Espejo de salvación), cf. Teodoro H. Martín 1985.

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