Actas del III Congreso Internacional de Mística

26 actas del ii congreso internacional de literatura mística bullicio sagrado que confluyen en el estado de éxtasis. Allí, nos dice, no se descansa, sino que se experimenta el conocimiento infinito de Dios como actividad incesante: “...all other rest is unbearable compared with this activity that is beyond all modes and all being”. [“...todo otro descanso resulta intolerable comparado con esta actividad que se encuentra más allá de todas las modalidades del ser”] (Merton 1996: 127). ¿Y san Juan de la Cruz? El poeta que nos ocupa elige un símbolo dinámico de gran delicadeza para dibujar de alguna manera la experiencia revelatoria infinita que ha experimentado: una fuente cuyas aguas plateadas se mueven en oscilación regulada. Esta fuente autónoma del Cántico espiritual, encendida como un diamante que se refractara en movimiento perpetuo, refulge de súbito en la noche, y le sirve al poeta como holograma sagrado de las revelaciones simultáneas que el alma recibe cuando se le abren las puertas de la revelación. Es la manera poética que tiene san Juan de aludir al dinamismo divino que santa Teresa, con su estilo candorosamente espontáneo, denominó “baraúnda”. El gesto de invocar misterios sobrenaturales frente a aguas ondulantes es inmemorial: los griegos buscaban contactar sus muertos meditando frente a oscuras piscinas subterráneas; Aladino pulía su lámpara maravillosa para hacer relucir su metal hasta que espejeara, de manera que, cuando se mirara en el metal bruñido, pudiera emerger el genio sobrenatural, que en el fondo era hijo de su propia psique profunda; la adivina escruta su bola de cristal acuosa para conocer las ocultas verdades del futuro: es decir, para despertar sus propios poderes de precognición. Mirar detenidamente superficies líquidas que se mueven en oscilación regulada nos tranquiliza y, por lo tanto, nos lleva a abismarnos en estados intuitivos profundos. En estos procesos contemplativos descubrimos las grandes verdades sobrenaturales que permanecían ocultas en el hondón de nuestro ser. San Juan lo sabe bien, e intenta evocar el proceso místico transformante en las ondas rítmicas de la alfaguara del Cántico espiritual. La Esposa, protagonista del poema, se lanza a la aventura máxima de cotejar su identidad en el espejo voluble de esta fuente6: 6 Para más sobre esta fuente iniciática, cf. López-Baralt 1998/2018).

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