Actas del III Congreso Internacional de Mística

38 actas del ii congreso internacional de literatura mística introducción Una pregunta aparece latente tras la motivación de este Congreso: ¿Es posible hoy vivir una experiencia mística? Y si es posible, ¿es una realidad reservada a unos pocos? Ciertamente, estas preguntas pueden resultar ingenuas y de una respuesta fácil y simple. Sin embargo, ni podemos ni debemos proceder ingenuamente, salvo corriendo el riesgo de banalizar algo de gran valor, no solo en un contexto religioso, sino para el mismo ser humano en la realización de su vida. El subtítulo del Congreso ya nos especifica el sentido del término mística como experiencia vivencial de Dios. O, dicho de otra manera, la mística como una conciencia interior del encuentro y presencia de Dios. Presencia que, como trataremos de presentar, es inherente a todo ser humano, y que le ofrece la capacidad de descubrirse en su verdadero valor, potenciando una verdadera transformación ética y un descubrimiento de la dignidad de los otros. Esta misma definición, en gran medida, nos centra en la perspectiva de las religiones monoteístas, si bien yo me centraré en la visión cristiana1. mística y evangelio La mística cristiana, aunque en el espacio más teórico casi siempre se remite a san Agustín, como paradigma de la interioridad habitada, y a Dionisio el Areopagita, como iniciador de la denominada “teología mística”, mi reflexión va más allá, para posicionarse en los orígenes mismos del cristianismo en Jesucristo. Frecuentemente se ha olvidado evidenciar la importancia que tiene la dimensión experiencial de Jesús, así como el corazón del mensaje que transmite: tantas veces reducido a una especie de moralización o de socialización de la religión. Sin embargo, si queremos entender la esencia de la mística cristiana, de poco nos sirven los dogmas o conceptos. Cabe plantearse, 1 Sin excluir a nadie, por claridad y precisión me limito al ámbito de la comprensión cristiana de la mística. Si bien encontramos el fenómeno en otros contextos y religiones (incluso hoy se pretende hablar de una mística sin religión y sin Dios, una mística laica), la conceptualización y comprensión que se hace internamente de dicho fenómeno es diferente. Y todavía hoy carecemos de un lenguaje que pueda facilitar una conceptualización válida para todos, sin caer en el peligro de un sincretismo vacío, o en el peligro de una generalización que pierda de vista la dimensión experiencial concreta del sujeto. Son cuestiones que simplemente menciono porque tienen una gran importancia, pero que requieren de otro espacio de aproximación.

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=