60 actas del ii congreso internacional de literatura mística “postmoderno, plural y multiétnico” (Castillo de la Cruz 29). Jit Manuel Castillo de la Cruz describe el mundo contemporáneo a través de cinco metáforas: vivimos en un túnel, un mundo roto, un mundo líquido, un mundo desbocado y en la era del vacío (32-37). Asimismo, recapitula los procesos que definen la cultura dentro de cinco categorías emblemáticas: la individuación, las nuevas subjetividades en la cultura somática, la revolución tecnológica e informática, la globalización y el neoliberalismo (Castillo de la Cruz 37-73). Aunque será posible, por el tiempo, explicar cada una de estas metáforas y categorías emblemáticas, se entiende que los cambios en los que todas las personas están inmersas “son tan profundos y radicales que están transformando significativamente nuestro modo de pensar a Dios, al ser humano y al mundo, a tal nivel que constituyen no una época de cambio sino un cambio de época” (Castillo de la Cruz 93). Al analizar los cambios que influencian la vida de la Iglesia en América Latina, los obispos reunidos en la V Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) celebrado en Aparecida (Brasil) en mayo de 2007 señalaban que estos cambios han traído como consecuencia que la percepción de la realidad se vuelva para el ser humano cada vez más opaca y compleja (Aparecida 36). El exceso de información en el mundo moderno ocasiona que a muchos se les haga difícil percibir la unidad de los fragmentos dispersos que integran esta realidad. Surge una especie de desintegración ante la cual el ser humano no logra encontrar una coherencia, lo cual genera crecientes frustraciones, ansiedades y angustias. Ante esta realidad, muchos sociólogos no dudan en hablar de una “crisis de sentido”. Esto no se refiere a la multiplicidad de sentidos que puedan legítimamente hallarse en situaciones particulares, sino a un sentido que abarca y explica la totalidad de la realidad. Se puede, pues, hablar también de una crisis de identidad. Como resultado de estos fenómenos, valores ancestrales, que en otras épocas daban sentido a la realidad, han comenzado a erosionarse. Estos son suplantados por ofertas atractivas que distraen y consuelan, pero que no logran llenar el vacío de las más profundas y auténticas aspiraciones humanas. “La falta de información solo se subsana con más información, retroalimentando la ansiedad de quien percibe que está en un mundo opaco y que no comprende” (Aparecida 38). Esta
RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=