Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común
107 democracia: transparencia, participación y bien común mujeres de buena voluntad de otras religiones, o no creyentes, para que nuestro mundo responda efectivamente al proyecto divino: vivir como una familia, bajo la mirada del Creador.”12 Lo enmarca a su vez dentro del principio de la subsidiariedad, que requiere que los organismos superiores solo intervengan en apoyo y suplencia de los organismos intermedios e inferiores. Para que ese sistema funcione, tiene que haber una participación adecuada y eficaz de los que se encuentran en cada uno, porque de lo contrario fracasa. Sinduda,elprincipiodesubsidiaridad,expresióndelainalienable libertad, es una manifestación particular de la caridad y criterio guía para la colaboración fraterna de creyentes y no creyentes. La subsidiaridad es ante todo una ayuda a la persona, a través de la autonomía de los cuerpos intermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos, implicando siempre una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la participación a la hora de asumir responsabilidades. La subsidiaridad respeta la dignidad de la persona, en la que ve un sujeto siempre capaz de dar algo a los otros. La subsidiaridad, al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista. Ella puede dar razón tanto de la múltiple articulación de los niveles y, por ello, de la pluralidad de los sujetos, como de su coordinación. 13 Precisamente, el Compendio define la participación como un deber que se expresa en “una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.”14 Es el tipo de acciones e interacciones necesarias para superar los problemas del mundo moderno, como lo explica el Papa Francisco en el capítulo V de Laudato si. Como él señala, al poder político sujeto a intereses electoralistas, financieros, de producción y consumo, al gobierno se le hace difícil por sí mismo encontrar soluciones adecuadas para el largo plazo. Sin embargo, 12 Caritas in veritate, n. 57. 13 Id. 14 CDSI, n. 189
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