Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común
116 actas del cuarto congreso católicos y vida pública cualidades que cabe esperar en la vida civil, y de todo ciudadano. No se trata de una asociación gratuita de conceptos. Tampoco de un recurso ingenuo o voluntarista. En uno de los instantes más terribles de la historia de una gran democracia, un Papa que era hijo y hermano de político, que formó a una generación de líderes cristianos, y que conoció la política hasta sus últimas consecuencias, ofrecía al mundo un auténtico testamento de reflexión desde el análisis, de humanidad profunda, de materialización de los valores que impregnan la presencia política de inspiración cristiana. Bondad, humildad, sabiduría, inocencia, amistad no son términos fácilmente racionalizables. Pertenecen a la vida humana plena, es decir, a la vida pública, y pertenecen de manera eminente. De hecho, constituyen fundamentos necesarios del respeto, de la tolerancia, y de la amistad cívica que hacen posible la convivencia democrática, una convivencia que se sustenta sobre la confianza y la bondad, es decir, sobre valores anclados en la cosmovisión cristiana. Cuando a un gran poeta cristiano español, el catalán Salvador Espriu, eterno candidato al Premio Nobel, le preguntaron qué cualidad humana resultaba preferible, la bondad o la inteligencia, respondió sin titubear que la bondad, porque encerraba todas las demás. Henri Bergson decía que la democracia era en esencia evangélica, y Robert Schumann era todavía más directo al afirmar que la democracia debía su existencia al cristianismo, o que la democracia había de ser cristiana, o no ser. Querían ambos delimitar unos perfiles de identidad que pertenecen, en definitiva, a una visión ambiciosa y exigente de la aventura humana. La experiencia política del cristiano, mantenía Konrad Adenauer, no se resigna a un conjunto de reglas procedimentales. La democracia, para los cristianos, es una obligación moral. El propio Aldo Moro, en su elogio fúnebre de Alcide de Gasperi, sostendría que “la democracia pertenece a la vida moral” La historia vendría a poner de manifiesto, además, que cuando más intensa fue la presencia y participación de los cristianos, en cuanto tales, en la vida pública, más amplia, más generosa y más fecunda fue la democracia. Que, a más cristianismo, más y más y mejor democracia. Y lo contrario. A menos cristianismo, menos democracia. A menos cristianismo, más Le Pen en Francia, más Bossi en Italia, más neonazis en
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