Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común
122 actas del cuarto congreso católicos y vida pública nuestros semejantes 14 . Y el servicio como la única fuente de la genuina autoridad. Las personas tenemos derecho a una existencia individual, pero también a la plenitud de una existencia social en el seno de una comunidad digna. Y, si tenemos derecho a la comunidad, como decía Henri Hude, tenemos igualmente derecho al bien común. Un bien común que emana del compromiso con el ideal de vida que se fundamenta en la vocación de servicio, y sólo está vocación de servicio al bien común disfruta del privilegio de encerrar la definición misma de autoridad. Cuando los Papas prefieren siempre, entre todos sus títulos, el de “servidores de los servidores de los hombres”, cabe entender la verdadera naturaleza profunda de la autoridad de la que se encuentran siempre revestidos. Porque, de acuerdo con la visión cristiana de la existencia y de la actividad política, el problema del desarrollo individual radica en su propensión al olvido de la esencial relación que vincula a un ser humano con los restantes. Y poner recursos, poder, voluntad y prestigio al servicio de la amistad, de la libertad justa y del bien común, es decir, poner el respeto hacia cada ser humano por encima de cualquier forma de utilitarismo pragmático sería, también según Henri Hude, delimitar el terreno en donde un ser humano recuerda que la ética de las virtudes constituye el verdadero centro del bien común de una sociedad libre. Y es así como se garantiza la dignidad y el respeto por cualquier ser humano 15 . Entiendo que coraje, dignidad y respeto son signos esenciales a la persona y a la comunidad y, con ellos, a la visión cristiana de la vida pública, y que en unión de estado y mercado componen una tetralogía virtuosa y superadora de la dialéctica materialista estado-mercado, ramplona reducción del acontecer humano tan grata a la estatolatría hegeliana como a sus más conspicuos adversarios. Persona y comunidad constituyen la razón de ser de la acción política, de las iniciativas públicas, del ordenamiento jurídico, de los derechos y libertades fundamentales y su efectiva tutela judicial, de la articulación de la voluntad del cuerpo político a través del establecimiento de la regla de las mayorías desde el respeto a las minorías, y de la materialización del bien común, es decir, de la comunidad de las personas en el bien vivir, atento al todo y a las partes, 14 KENNEDY, J. F.: Perfiles de Coraje. Buenos Aires. 1957, pp.24 y ss. 15 HUDE, H.: L’Éthique des décideurs..., pp. 199 y ss.
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