Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

34 actas del cuarto congreso católicos y vida pública de la sociedad, que son las actividades y ambientes transversales, “funcionales”, de la convivencia, como los de la economía, la política, la cultura, etc. No en vano, el Concilio Vaticano II destacó su importancia y recomendó su desarrollo y fortalecimiento 22 . ¿Acaso no provinieron de sectores juveniles de la Acción Católica gran parte de los líderes católicos fundadores de las corrientes social- cristianas y los partidos demócrata-cristianos en países latinoamericanos, desde la nueva síntesis “maritainiana”, dejando atrás los reductos católicos en los partidos conservadores y sus incrustaciones integristas? Paradójicamente, la Acción Católica general se iba extinguiendo por muchos países de América Latina precisamente en los años sesenta, por una pérdida gradual de vitalidad y cierta incapacidad a superar formas mentales e institucionales que iban quedando anacrónicas, precisamente cuando el Concilio Vaticano II continuaba a recomendarla encarecidamente. Rotos los vasos comunicantes entre pertenencia eclesial y acción política, la tradición social cristiana se empobrecía y oscilaba entre un tecnocratismo liberal y un izquierdismo subalterno. En la Acción Católica especializada, o de ambiente, de origen franco- belga, y de fuerte ímpetu de presencia en América Latina desde los años cincuenta, sectores estudiantiles vivieron los ímpetus de renovación que llevarían al Concilio Vaticano II y que se expresarían en la renovación conciliar. La “apertura al mundo” en pleno era del “engagement” - ¡no hay fe sin compromiso!- llevó a la primera generación “posconciliar” de laicos informados y sensibles, animados por sectores clericales renovadores, a un intenso compromiso en los ámbitos universitarios, sociales y políticos para la transformación de las estructuras de injusticia y dependencia en América Latina, en los “años calientes” que siguieron a las álgidas repercusiones de la revolución cubana. Quedaronmarcados por el impacto combinado de las turbulencias de la primera fase posconciliar y las altas mareas ideológicas y de hiper-politización desde fines de la década del sesenta. Su militancia en la escena pública desembocó en las corrientes de “cristianos para el socialismo”, bajo influjos marxistas, a veces en las aventuras trágicas de las guerrillas. La pasión y crisis de buena parte de esa primera generación posconciliar de militantes “comprometidos”, que abrió muchos caminos y replanteó cuestiones importantes pero 22 Concilio Ecuménico Vaticano II, Apostolicam Actuositatem, nn. 18 y ss.

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