Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

43 democracia: transparencia, participación y bien común mal síntoma que los católicos que asumen responsabilidades políticas, empresariales, sindicales y en otros campos de la vida pública no sientan la necesidad y exigencia de encontrarse, y encontrarse porque unidos por algo que importa mucho más radical y totalmente que las diferentes vinculaciones y opciones que se tomen legítimamente en dichos ámbitos. Si se pertenece a un misterio de comunión, más profundo, decisivo y total que los mismos vínculos de sangre, a mayor razón esta pertenencia es anterior, preeminente e interior a cualquier legítimo pluralismo temporal entre los católicos. La fragilidad y reducción de esa experiencia de pertenencia a la comunión eclesial hace que la Iglesia no sea más el lugar de donde proceden, se verifican y alimentan los criterios que iluminan los propios comportamientos y opciones de los laicos en la vida pública. Solo la experiencia de la comunión –no el aislamiento o la diáspora en el mundo– genera e irradia libertad y originalidad ante las presiones amoldantes del medio ambiente. Si no, predominan los reflejos ideológicos, los prejuicios de determinadas estructuras mentales o los intereses dominantes en diversos sectores sociales. Por el contrario, la experiencia de comunión –que encuentra su fuente y ápice en la Eucaristía– tiene que dilatarse como unidad sensible manifiesta de los cristianos en todos los ambientes de la convivencia humana. Cuanto más están los cristianos en las “fronteras” de la política, la ciencia, la cultura, la lucha social…más resultan impactados y cuestionados por desafíos complejos…, más abiertos al diálogo, a la colaboración y a la confrontación con gentes de muy diversas creencias e ideologías…, más han de estar vitalmente, intelectualmente y espiritualmente arraigados en el concreto cuerpo eclesial. Esta común pertenencia a la comunión eclesial debe ser experimentada como mucho más apasionante y determinante para la propia vida que cualquier otro interés material, afectivo o espiritual, que cualquier otra solidaridad social, política, cultural o ideológica. Entonces sí se dan las condiciones para un testimonio de la unidad en la pluriformidad. La adhesión a la unidad en lo esencial - es decir, la plenitud de la fe católica, en toda su verdad y en todas sus dimensiones – y la tensión a la unidad en los diversos ámbitos de vida pública – para dar testimonio de la comunión a la que todos los hombres están llamados -, permite superar los círculos viciosos entre quienes pretenden atribuir exclusivamente a sus propias opciones contingentes el carácter de

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