Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

45 democracia: transparencia, participación y bien común “ghettos” de los “duros y puros”. Están siempre abiertos al diálogo y a todas las colaboraciones posibles. No pretenden ni buscan dominios ni hegemonías. Todo lo contrario; en todos los ámbitos son testigos, pregoneros y custodios de la libertad, que es bien precioso de todos, la sustancia misma de la democracia. Eso sí, no pueden dejar de contar con la fe como factor originario y energía indomable para afrontar toda la realidad. Es cierto que no se nos puede pedir el dejar de lado la convicción de que Cristo es la piedra angular de toda construcción verdaderamente humana, pero esta convicción mantiene viva la disponibilidad a colaborar con los demás hermanos cristianos, creyentes de otras religiones y hombres de buena voluntad, en la perspectiva del “programa” antes esbozado, participando en la dialéctica democrática, compartiendo las buenas razones y buscando el consenso oportuno más allá de los límites confesionales e ideológicos. en la misión de la iglesia…el destino de los pueblos La misión evangelizadora de la Iglesia es insustituible y precioso servicio a la vida de las personas y los pueblos, a la vida pública de las naciones, a la consolidación y maduración de las democracias. Más extensa y profundamente cala la evangelización en el corazón de las personas, en vida de las familias, en la cultura de los pueblos, más se expresa como servicio orientador en la vida pública de las naciones. Más la fuerza del Evangelio alcanza y transforma “los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad” 33 , más llega a ser fuente de construcción civilizatoria y societaria. Más ayuda a encontrar y experimentar la paternidad misericordiosa de Dios, más imprime en el hombre la conciencia y el ímpetu de la fraternidad, solidaridad y comunión. “Recomenzar desde Cristo” 34 , para que el Señor nos guíe a vivir la unidad entre verdad y amor –una fe amiga de la inteligencia y una caridad apasionada por el bien de los hombres y en primer lugar por los pobres y los que sufren– es el más importante programa personal y el mejor servicio a la sociedad. La contribución original de la Iglesia es decisiva en la formación y destino de las 33 S.S. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n. 19. 34 San Juan Pablo II, exhortación apostólica Novo Millennio Ineunte, Vaticano, 2001, nn. 29 y ss.

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