Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

50 actas del cuarto congreso católicos y vida pública neutralidad que son aporéticas. No nos equivoquemos: existe el poder y existe la diferencia. Por cierto: ¿ocurre siempre que quien tiene el poder suele decidir el significado de la diferencia? Y aquí nos metemos en la cuestión del pluralismo de las sociedades contemporáneas, del que hablaremos más adelante. Y las condiciones en las que se ejerce la política; los tiempos se aceleran y los espacios se abren, las tecnologías alteran las reglas de juego de manera que el gobierno de lo público, la soberanía o los límites se convierten en algo distinto de lo que veníamos considerando. Una referencia contextual sobre dos conceptos claves: verdad y libertad. Los últimos siglos se han caracterizado por el tránsito del polo objetivo, dado, fijo, inmutable al polo subjetivo, abierto, nuevo, explorable de la realidad. De estar Dios o el mundo en el centro como ejes de giro y goznes de sentido, hemos pasado a contemplar al hombre como ese único giro y gozne. Con otra terminología diremos que hemos pasado de la era de la verdad previa y establecida a la libertad constituyente. Si antes se trataba de buscar y encontrar lo ya existente, ahora ya se trata de inventar lo no existente; si antes se buscaba la coherencia, concordia y correlación con la realidad dada en el pasado, ahora se busca la coherencia con la inventiva, deseo, propuesta de una decisión humana que se instaura como norma suprema en el mundo. Todo esto ha llevado consigo la primacía de la libertad sobre la verdad, del autor constituyente sobre la autoridad constituida, sobre la tradición, sobre la herencia. La naturaleza, Dios, la historia anterior dejan de ser referencias fundantes ante un hombre que se sabe un “pequeño dios” o único Dios en el mundo. El instaura como creador el mundo nuevo, cuya legitimidad le viene dada sólo por la investigación científica en un orden y por la libérrima decisión personal (individual o colectiva) en otro. Hoy, frente a la supremacía de la verdad en fases anteriores y la afirmación absoluta de la libertad en nuestros días nos vemos obligados a pensar la relación existente entre esas dos magnitudes supremas, ambas igualmente constituyentes de la grandeza, debilidad y dignidad humanas. Ese es el reto ante el que está el hombre: ser libre en la verdad, ser verdadero en la libertad , porque él no funda la realidad, ni el bien, ni la esperanza sino que las tiene que encontrar, adherirse a ellas y en este sentido construirlas como suyas propias. No son legítimos ni un puro

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