Yo soy cristiano: Identidad, misíon y testimonio ¿Quién soy? ¿Por qué lo soy? ¿Cómo lo vivo?

42 actas del quinto congreso católicos y vida pública que perdona de verdad no es solo una teoría, sino que puede ser una experiencia”. El problema de la universidad, en sentido orteguiano, no es solo de la universidad y de los universitarios. Atañe a la sociedad entera. Martha Nussbaum, George Steiner, Allan Bloom, Joseph Ratzinger o Alasdair MacIntre, por citar algunos, han coincidido, desde procedencias distintas y distantes, en una serie de duros diagnósticos sobre la situación de la universidad. Se pueden resumir en una sola idea: la universidad está tomando direcciones contrarias a los fines que le son propios. No se trata de seguir alimentando las ideas de una supuesta “banda de los apocalípticos”. La universidad vive entre la adaptación y la orientación, entre la educación para algo y la educación hacia algo. El filósofo Michael Oakeshott representó esta cuestión de forma meridiana. La educación universitaria recibe dos mensajes al mismo tiempo; por una lado se le dice “allá fuera, en las calles, se está gestando algo nuevo, algo que va a acabar con los silogismos y la fórmulas de las escuelas; adáptense o quítense del camino” y, por otro, se le anuncia que “allá afuera, en las calles, todo es un caos, por favor ayúdeme a distinguir entre lo bueno y lo malo”. O como diría un autor al que cito con temor y temblor, Richard Rorty, “el único modo en el que todavía pueden justificar su existencia las instituciones educativas liberales es convertirse en lugares en cuya biblioteca los estudiantes puedan encontrar prácticamente cualquier libro –de Gadamer o de Kripke, de Searle o de Derrida- y luego encontrar alguien con quien hablar sobre este”. Aquí se trata de pensar cooperativamente sobre la universidad. Hay muchas formas de hacer que una universidad, que la universidad, tenga vida y sea rentable. Y hay otras tantas de acabar con ella. Problemas en la universidad hoy, los que quieran. Algunos: la proliferación desproporcionada de universidades; la confusión que se produce en un espacio institucional, la mezcla de intereses; la excesiva burocratización y una comprensión reduccionista de la calidad y de los sistemas de calidad; la escasa selección de alumnado; la rutinización del carisma del profesor bajo la dictadura del publish or perish -publicar rápidamente con impacto-; o la aceptación acrítica de las modas sobre la gestión, entre otros.

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