Yo soy cristiano: Identidad, misíon y testimonio ¿Quién soy? ¿Por qué lo soy? ¿Cómo lo vivo?

71 yo soy cristiano: identidad, misión y testimonio “Nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; solo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza” (n.2563) Quizá sea verdad que hoy vivimos una ruptura de esa Alianza con Dios que los hombres hemos de forjar en nuestro corazón, sin precedentes en la historia de la humanidad. Y si fuera así, solo la mirada de fe podría darnos las claves para restaurarla. Me gustaría invitarlos, como les decía, a mirar la crisis del mundo con los ojos de la fe. Porque creo que la mirada de un cristiano sobre el mundo no puede ser ni parecida a la de cualquier otro que no tenga la gracia de la fe en Nuestro Señor. Decía Chesterton que “hay dos maneras eternas e idénticas de contemplar este crepuscular mundo muestro: podemos verlo como un ocaso o como un amanecer”. Estoy convencido de que la fe nos permite verlo como un amanecer, porque si, como dice san Pablo, “en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” ( Rm 8, 28), ver el mundo como un amanecer no es un mero optimismo huero, es un acto de confianza plena y debida en Él, “que ha hecho nuevas todas las cosas”. La raíz más profunda de la crisis actual es, a mi modo de ver, el fracaso del proyecto filosófico iniciado en la Modernidad. Como dice el P. Rupnik, “cuando esta nueva época crítica que llamamos Modernidad empieza a llegar a su fin, llega lo peor. El fin de la Modernidad, además de un baño de sangre inagotable, ha sido el triunfo monstruoso de las ideologías sobre el hombre. En nombre de la idea, la vida humana no vale nada. Se ha perdido la visión del hombre”. (M.I. Rupnik, Veo una rama de almendro , san Pablo, Madrid 2015, p.241) Haber puesto al hombre en el centro del proyecto ideológico ha ido deformando los criterios para medir la realidad. El hombre no ha sabido contemplar lo real como un don, y se ha obcecado enmanipular la realidad como un objeto, llegando hasta el desprecio más absoluto de la vida humana, en efecto. Los horrores que iniciaron con los proyectos totalitarios de finales del siglo XIX e inicios del XX, como

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