Yo soy cristiano: Identidad, misíon y testimonio ¿Quién soy? ¿Por qué lo soy? ¿Cómo lo vivo?

83 yo soy cristiano: identidad, misión y testimonio mismo continente asiático, mientras se ven sometidos a una persecución auténticamente genocida, no tiene reparo en mostrar ese testimonio de donación de la propia existencia en términos de ejemplaridad, es decir, de liderazgo. Un compromiso en el que un cristiano empeña su vida entera. Y en la primavera de 2017 se conjugan dos conmemoraciones cuyo denominador común es la capacidad de un accionar político inspirado en una cosmovisión cristiana para liderar la esperanza, no ya de un pueblo, sino del conjunto de la humanidad: el 19 de abril se cumple el cincuentenario del fallecimiento de Konrad Adenauer en Colonia en 1967. Y el 29 de mayo el centenario del nacimiento de John Fitzgerald Kennedy en Brooklyn en 1917. El presidente Kennedy perdió la vida en el empeño, y trágicamente. El canciller Adenauer, además de permanecer en fáctico arresto domiciliario por el nazismo, casi. Ambos liderazgos no fueron fruto de la improvisación, sino del trabajo. Como quiere la Iglesia. Hace más de medio siglo, la Constitución Apostólica Gaudium et Spes establecía con nitidez una obligación para todos los cristianos: no improvisar en la formación para el liderazgo y para la responsabilidad. Trabajar. Y, además, que ese trabajo se convierta en una prioridad. No digamos para los trabajadores de la enseñanza. “Hay que prestar gran atención a la educación cívica y política, que hoy día es particularmente necesaria para el pueblo, y sobre todo para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir sumisión en la vida de la comunidad política. Quienes sean o puedan llegar a ser capaces de ejercer ese arte tan difícil y tan noble que es la política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal. Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos” 3 . Por eso, la primera regla del formador para el liderazgo, en cuanto cristiano, es tener el coraje, la audacia y la determinación de vivir en plenitud la opción cristiana. Asumir que el cristianismo no propone una alternativa convencional. Que el cristianismo exige una permanente salida del conformismo. Que el cristianismo obliga a no bajar nunca 3 VATICANO II: Documentos del Vaticano II. Constituciones. Decretos. Declaraciones. Madrid. MCMLXXV, p. 278.

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