Yo soy cristiano: Identidad, misíon y testimonio ¿Quién soy? ¿Por qué lo soy? ¿Cómo lo vivo?
89 yo soy cristiano: identidad, misión y testimonio es inconcebible sin la presencia, participación, influencia, impronta, definición e identidad cristianas. Y Europa, el único continente que es producto de la historia, y no de la geografía, es la gran creación del cristianismo. Pero la democracia, también. Ni la una ni la otra son concebibles sin identidad cristiana. Ni la una ni la otra se han consolidado en la historia sin una presencia y participación protagónicas de los cristianos. Y viceversa. La crisis del proyecto europeo, y la propia crisis de la democracia, son consecuencia directa del retroceso de la presencia cristiana en la vida pública y política. De la falta de liderazgo y, por lo tanto, de libertad con responsabilidad. El populismo, lo lideren Alexis Tsipras o Marine Le Pen, proviene de la antigua matriz materialista, autoritaria o totalitaria, y neopagana, que padecimos en Europa desde la Gran Guerra, cuando hace ahora un siglo un golpe de estado comunista derribó la naciente Rusia constitucional de la revolución de febrero de 1917, antes de que fascistas y nazis se unieran a sus colegas estalinistas en la definición del mismo itinerario hacia la barbarie. iv. liderazgo cristiano: el esfuerzo de los hijos de dios La historia sirve para extraer lecciones. Y lecciones humanas. Ya decía Vassili Grossman que “todo lo que es inhumano es absurdo e inútil”. Yo añadiría que, además, lo humano es útil por infinitamente frágil y vulnerable y, por lo tanto, humilde y sencillo. Hace casi treinta años me encontraba en un monasterio benedictino español hablando con su joven abad. Yo había empezado mi tesis en historia en una abadía francesa, la casa refundadora de la orden en España en nuestro azaroso siglo XIX, y me encontraba fascinado por el ideal monástico. El joven abad, entonces, me contó su historia. Él había entrado en el monasterio que ahora lideraba ganado por el ejemplo de un extraordinario maestro de novicios y brillante musicólogo. Pero, un día, su maestro decidió exclaustrarse. Él había decidido consagrarse a la vidamonástica siguiendo el testimonio y la impronta de un hombre que decidía abandonarla. Pero, entonces, recordó lo que su maestro le había enseñado, y desde el principio: “recuerda siempre que no has elegido esta vida por mí, sino por Jesucristo”. Y, aunque el maestro podía optar por una vida diferente, el magisterio, cuando estaba enraizado en Dios, era tan firme como el
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