Yo soy cristiano: Identidad, misíon y testimonio ¿Quién soy? ¿Por qué lo soy? ¿Cómo lo vivo?

93 yo soy cristiano: identidad, misión y testimonio hacerlo. La noche del 26 de octubre de 1962, en plena crisis de los misiles cubanos, unpolítico católico, Robert Kennedy, fiscal general de los Estados Unidos, se dirigió a la misión diplomática soviética en Washington para transmitirle al embajador Anatoli Dobrinin la última propuesta del presidente Kennedy para evitar la tercera guerra mundial. Lo condujo a la presencia de Dobrinin Ken O’Donnell, su íntimo amigo en Harvard y jefe de gabinete de la presidencia. Durante el trayecto en coche atravesando Washington, Robert Kennedy le preguntó a Ken O’Donnell en qué momento habían decidido embarcarse en la aventura de la política, y por qué. O’Donnell le respondió que en el momento en que se dieron cuenta, primero, de que podían hacer las cosas bien y, después, que podían hacer las cosas mejor que nadie. Y, por lo tanto, comprendieron también que no era que pudieran: es que tenían que hacerlas. No es un líder quien sabe hacer las cosas bien. Ni siquiera quien las hace. Incluso no lo es quien las hace al tiempo que testimonia su afán y su vocación de servir. El líder verdadero desafía a quienes lo rodean a dar un paso más hacia adelante, con la misma convicción, y desafía en la invitación, la confianza y la calidez. A un líder se le reconoce porque suscita liderazgo a su alrededor. Porque los empuja a ser todavía mejores. Un líder es quien no consiente que sus interlocutores escapen a la llamada del deber, o eludan sus responsabilidades, o ignoren toda la grandeza que encierran dentro de sí mismos. Un profesor que lidera no es el que transmite a sus alumnos la certeza de que se encuentra rodeado de los futuros líderes de su patria, los futuros diputados, o jueces, o catedráticos (perdón por el espacio publicitario) o profesionales de la administración pública, o de la empresa, o del periodismo. Y, sobre todas las cosas, por ciudadanos y personas en toda la extensión de ambos términos. Liderar equivale a entusiasmar y a multiplicar el entusiasmo responsable. Empezando, como diría Robert Spaemann, por lograr la propia vida. Es decir: conseguir que sirva a los demás. Entregarla. Verdaderamente. En lo grande y en lo pequeño. El líder es un multiplicador de vida y de creación. Alguien que prefiere empezar a terminar. Que, como Édith Piaf en la canción de Michel Vaucaire y Charles Dumont, Non, je ne regrette rien , le asegura a su hermano que su vida, y sus alegrías, comienzan con él. Contigo, y con vosotros.

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