Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
138 costumbre anterior, y más cuando es “gobernador de distrito” de nombramiento real, es decir, una tipo vice patrono en su jurisdicción. Debo hacer aquí algunas observaciones. Los regidores -perpetuos- no se decantan a favor del alcalde mayor –nombrado y por lo tanto cesará en algún momento–, sino que asumen posiciones intermedias o contrarias a él. Ellos tendrán que convivir con el párroco por mucho tiempo y es más que probable que eviten polemizar con el otro poder local. Mientras sólo los alcaldes ordinarios -electivos- son los únicos que apoyan abierta y contundentemente al alcalde mayor, su inmediato superior. El alcalde mayor gobernaba un distrito, en nuestro caso Aguada, y eran los jueces superiores de los alcaldes ordinarios de los cabildos municipales. Las autoridades que estuvieron al frente de las alcaldías mayores se comprometieron a ejercer el gobierno en los ramos de justicia, policía, hacienda y guerra, pero el Estado no sólo se encargaba del gobierno temporal sino también del espiritual. La Iglesia tenía una jurisdicción reconocida y apoyada por la Corona, a pesar de todas las fricciones y disputas sobre dónde se debía trazar la línea divisoria entre ambas. A causa de esta situación, también los alcaldes mayores intervenían en asuntos de la Iglesia, situación que provocó innumerables conflictos con párrocos y frailes. Debido a que el alcalde mayor y sus tenientes eran las principales autoridades político-administrativas en su jurisdicción, debían atender el desarrollo armónico de la sociedad y castigar a quienes atentaran contra éste. Los párrocos y alcaldes mayores eran, a nivel de distrito, los máximos representantes de dos cuerpos cuyas cabezas administrativas se ligaban en delicadas relaciones de ejercicio y vigilancia. Los casos en que ambas autoridades reclamaban competencia eran muy amplios: elecciones municipales, escuelas de primeras letras, cajas de comunidad, pagos de aranceles, derechos de asilo, moralidad pública, conducta de los párrocos y reparto de mercancías. En cuanto al papel de los párrocos y de los alcaldes mayores, es importante tomar en cuenta que cada alcaldía abarcaba, a veces, mayor extensión que una parroquia. Pero las autoridades civiles eran removidas con más frecuencia que los párrocos, por lo que éstos últimos conocíanmejor a los habitantes de la jurisdicción y sus problemas. A veces, los alcaldes mayores tenían poco contacto con los vecinos, excepto como jueces, trataban principalmente con sus dependientes y otros ministros u oficiales. En nuestro caso, esto explicaría las distintas posiciones de los miembros del cabildo. El 23 de diciembre de 1833, el Cabildo de la Aguada recibe por escrito la posición del alférez real don JuanMartín de Acevedo, con fecha de 20 de noviembre de 1833, sobre la disputa en cuestión, señalando lo siguiente: “el asunto sólo ocurre dos veces, durante la procesión y función de la Iglesia, y que a él le chocaba mucho que el cura párroco promoviera, alegando la costumbre, que un inferior presidiera a un superior, pero que no quiso innovar por no contradecirle, pues su destino político no le llamaba la atención en aquel tiempo siendo ajeno de su verdadera Prof. Josué Caamaño-Dones
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