Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

163 religión, la obediencia al legítimo Soberano y el rechazo a los insurgentes, que serán responsables ante Dios y los hombres . También valoró las sabias medidas de La Torre y su plan de seguridad y pacificación y terminó con una invitación a seguir el evangelio y descartar los libros perversos y previene y ordena que todos unánimes suspiremos por la paz a que debemos aspirar 20 . El discurso fue publicado en la imprenta del gobierno, en dos páginas y media, y fue sin duda la mejor de las campañas propagandísticas. b. Las “sabias medidas” del plan La Torre, en la valoración del obispo Poco antes del discurso, el 8 de noviembre de 1823, Puerto Cabello se había rendido a las fuerzas insurgentes del general don José Antonio Páez y el 10 se firmó la capitulación. En apariencia toda esperanza de reconquista habría terminado con la pérdida del último reducto de resistencia española en Venezuela. Sin embargo, estaba lejos de ser ésta la situación, porque el gobernador La Torre mantenía contactos a través de los emigrados en Curazao y San Tomás y conocía el descontento reinante en su interior y las posibilidades de levantar ejércitos si de España respaldaban. En el gobierno de Colombia así lo valoró también Santiago Mariño que el 20 de noviembre de 1823 le pronosticó al general Santander, Vicepresidente de Colombia: nada haríamos con que hubiera terminado la guerra, si también no se concluyeran las divisiones que turban la tranquilidad del país, y añadía Puerto Rico con su centinela que observa las operaciones de Colombia […] puede perjudicarla en cualquier tiempo 21 . En efecto, a primero de enero se preparaba un plan de restauración en Maracaibo, según se supo, por el conde de Ligny el 22 de enero de 1824 que La Torre comunicaba al Secretario de Estado de Gracia y Justicia. Además, aún resistieron los reductos de Ulúa hasta 1825, El Callao y Chiloé hasta 1826 y La Torre autorizó la expedición de don José de Arizábalo a Venezuela que capituló en julio de 1829 pero dejó en pié de lucha los grupos de Centeno, Doroteo y Cisneros para actuar, si se les daban recursos hasta el año 1833. La vigilancia del centinela cubría el interior de la Isla y sus alrededores para impedir la entrada de perturbadores o espíritus inquietos. Por ello, el mismo día del discurso del obispo, La Torre alertó a los Comandantes del Departamento 22 y a los 20 Palacio de la Ciudad de Puerto Rico a 31 de diciembre de 1823. Firma: Mariano, Obispo de Puerto Rico. Firma y rúbrica también de don José Antonio Loredo, Notario Público y de Cruzada. El 7 de febrero de 1824 el Obispo remite al Rey dos circulares impresos que circuló a sus diocesanos el 31 de diciembre de 1823 y la respuesta de Su Majestad fue: enterado y muy satisfecho de las pruebas que le ha dado de su amor constante y que además del premio que le dispensa con la condecoración de la Gran Cruz de Isabel la Católica, le tendrá presente para Años [sucesivos] Correspondientes en su carrera. Fechado en 27 de abril de 1824. Los sueldos fueron concedidos por Hacienda de Indias el 25 de julio de 1825. 21 Ibídem, Fernández, Delfina: Últimos reductos [2], P. 261. 22 Las instrucciones a los comandantes eran: que si O´Daly diputado suplente y en propiedad por Puerto Rico en la legislatura 1820-21 (ACD, serie documental electoral, 7 nº 24) proscrito por el Rey y exonerado de sus condecoraciones y empleos tenía el arrojo de llegar a la Isla lo condujeran personalmente a su presencia con cuantas seguridades juzgue oportunos. Puerto Rico, 31 de diciembre de 1823 = Miguel de la Torre = Circular a los Comandantes de los Departamentos . Copia de Pedro Tomas de Córdoba, op. cit [4]. Don Miguel Luciano de La Torre y Pando...

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