Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

180 Por otro lado, el regalismo y vicarialismo regios de las cortes borbónicas y portugués imperantes con anterioridad y durante el tiempo que tratamos, impedía la divulgación de la normativa pontificia sobre el asunto, como ocurrió a mediados del siglo dieciocho con la Constitución Apostólica Servitutis del 25 de febrero de 1741, promulgada por Benedicto XIV, que no pasó a la América virreinal. En ella se prohibía con gravísimas penas toda negociación de esta naturaleza a los clérigos, nomine proprio aut nomine laicorum 11 . Así, a pesar de los pasos dados por Pío VII y el Cardenal Consalvi, al fin de la era napoleónica, no es extraño que al divulgarse en 1840 la carta apostólica In Supremo promulgada por Gregorio XVI, condenando la trata negrera, la reacción en las Antillas francesas se expresase en boca de un párroco de la Martinica con el siguiente iluminado comentario: “…El pobre viejo habla de la esclavitud como todos aquellos que no conocen las colonias....” 12 En este clima inmovilista de rechazo, todos los sacerdotes que se decantaban a favor de la emancipación se veían obligados a abandonar las colonias, impidiéndoseles el ejercicio de su ministerio 13 . Expedida el 3 de diciembre de 1839 y promulgada de inmediato, la carta apostólica citada deja trasparentar por su lenguaje inequívoco que se trata de una severísima monición universal a todos los cristianos, católicos o no, motivada probablemente por acercamientos de los abolicionistas ingleses y por informaciones de los misioneros enviados al África por la Congregación de Propaganda FIDE que había presidido el Papa como Cardenal Mauro Cappellari hasta su promoción al solio pontificio en 1831. En 1840, se publicó en la Gaceta de Madrid. Para asombro de los ingleses, el príncipe de Anglona prohibió su difusión en Cuba 14 . ¿Hubo acaso algún envío por parte de la Nunciatura Apostólica del Brasil? Este documento, del que decía Wiseman que contribuyó a liquidar el infame comercio más que todos los tratados, estuvo precedido por una serie copiosa de actos y moniciones emanadas de la Santa Sede y las Congregaciones romanas, que merecerían no una ponencia sino una mesa de trabajo colectivo para construir un mosaico lineal que desde los primeros siglos de historia de la Iglesia hasta el pontificado de Gregorio XVI, constituyen un testimonio fehaciente de la formación gradual de una conciencia antiesclavista, con sus hiatos y sus desmayos. La política comprometida con la Europa de los Congresos arrojó un velo tenebroso sobre el pontificado de Gregorio XVI (1831-1841) que alcanza hasta hoy a su memoria. Así, en la primera edición del Grande Libro deí Papi , -ediciones Longás e Hijo, 1799, pp. 25 y 188. 11 Ibid , p. 522. 12 Goyau, Georges, Op. cit ., pp. 241-242. 13 Ibid , p. 241. 14 Thomas, Hugh, La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870 . Traducción de Víctor Alba y C. Boune, Planeta, Barcelona, 1998, p. 659. Dr. Arturo Dávila Rodríguez

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