Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

198 y también la de servicios médicos. Asimismo, la mujer estaba expuesta a tener un lapso de vida más corto en comparación con los hombres. Esto responde a los constantes embarazos. Los recién nacidos peligraban a causa de la mala atención prenatal y postnatal. Por último, si bien existían vacunas y medicinas, no eran para todas las personas. Todo provocaba enfermedades y hasta epidemias. En Cidra se agravaban las dificultades debido a la poca comunicación con Cayey. Cidra y Cayey se separaron por varias razones. La mayor parte de las personas comunes basaban su alimentación en frutas, viandas y arroz. Era raro que consumieran carne y leche. Las personas acomodadas eran quienes tenían una alimentación más variada. La vestimenta de los pobres era muy simple en evidente contraste con los pudientes. Las diversiones eran escasas, según consta en la promoción del expediente de Cidra. Los vecinos no podían asistir a misa en tiempo de lluvia debido a los caminos intransitables. Para divertirse y cumplir con sus compromisos religiosos debían recorrer un largo camino, muchas veces corriendo riesgos, para llegar a otros pueblos colindantes. En ellos interactuaban con otras personas, jugaban a los gallos, asistían a bailes, participaban en alguna carrera de caballos o actividad religiosa. Pero estas actividades eran poco frecuentes debido a las dificultades geográficas antes señaladas. El comercio era escaso porque carecían de alimentos y tal vez no había nada que mercadear. Las personas solían vivir de lo que cosechaban y en lugar de tener actividades comerciales, sólo se limitaban al trueque. La administración de justicia no era factible debido a la poca comunicación entre un pueblo y otro. Es lógico que ocurrieran delitos de los cuales se desconociera o no fueran los victimarios procesados penalmente. Para esa época, los encargados del orden y vigilancia eran los milicianos, lo cual queda explícito en los comentarios de Abbad y Lasierra sobre Cayey y sus barrios. 15 En términos generales, una minoría tenía grandes extensiones territoriales que no cultivaban debido a la falta de interés o la carencia de mano de obra. 16 Como señalara anteriormente, los pobladores de la Sierra de Sidra no podían asistir con regularidad a misa, recibir el catecismo y tomar los sacramentos, entre otras prácticas religiosas. En muchas ocasiones morían sin ser bautizados o sin haber recibido la extremaunción. Es por esta razón que uno de los propósitos para fundarse los pueblos era unificar a los habitantes dispersos en sus chozas y bohíos. Así podían gozar de una vida religiosa más productiva y hasta placentera como el resultado de la interacción social. Antes de la fundación del pueblo, los habitantes no tenían ninguna escolaridad. Ni siquiera la iglesia de Cayey les daba instrucción, debido a la distancia entre Cayey y Cidra. El poblado se encontraba 15 Abbad y Lasierra, op. cit. 16 Caro Costas, Aída Raquel. El cabildo o régimen municipal puertorriqueño en el siglo XVIII. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1965; Gil Bermejo, Juana. Panorama histórico de la agricultura en Puerto Rico. Sevilla: Instituto Cultura Puertorriqueña, 1970. Torres Ramírez, Bibiano. La Isla de Puerto Rico 1765- 1800 . San Juan: Instituto Cultura Puertorriqueña, 1968. Dra. Frances Ortiz Ortiz

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