Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
36 por empobrecimiento económico, por tensiones políticas y religiosas. Sobre todo, por la ruptura con la Santa Sede, fruto del feroz anticlericalismo que acarreó no sólo la desamortización y la exclaustración , sino también muertes del sector clerical e incendios de iglesias. Por ese camino se iba al desastre. Y no faltaron ciudadanos inteligentes y avizores, incluso entre los liberales de antaño, que anhelaban la paz, la moderación, el restablecimiento de la paz y la reanudación de las relaciones rotas con la Santa Sede. Una puerta al cambio la propició la mayoría de edad de la reina, 1843, y el cese de la regencia de María Cristina, manejada por el liberalismo extremo. En 1843 cayó también el gobierno de Espartero, déspota y feroz anticlerical. Se suavizó la tensión con la Santa Sede, en la que acontece también la elección de nuevo papa: Pio IX es el sucesor de Gregorio XVI. Y en España sube al podio del gobierno el grupo de los liberales moderados: década de 1843 – 1853. La figura política más eficaz, dentro de sus altibajos, va a ser el lojeño Ramón Narváez, 46 que trabajará por reanudar las relaciones con la Santa Sede, tan maltratadas por los liberales en la década de la regencia de María Cristina (1833 – 1843). También los papas Gregorio XVI y Pío IX anhelaban la concordia, conscientes de que España era uno de los bastiones históricos de la Iglesia. En 1844, al iniciarse una década moderada de gobierno, se calma la borrascosa y desastrosa política de los liberales desamortizadores, y se comienza a trabajar en la reanudación de la armonía de ataño entre el Estado y la Iglesia. Las gestiones darán buen resultado, culminando en el Concordato de 1851, el más importante por su contenido de los acordados entre la Santa Sede y España. Pero la gestación del mismo empezó ya en 1845. Era imperiosa necesidad, como advierte J. de Salazar, que ha hecho una cala a fondo de los preparativos y del contenido de esa “reanudación de las relaciones rotas: “El que se obtuviera el envío de un nuncio a Madrid, el que se resolviera el pavoroso problema del mantenimiento del clero, que vivía en una situación miserable, supondría una garantía de continuidad en el poder … Por otra parte, el que el gobierno obtuviera de la Santa Sede una fórmula que tranquilizara la conciencia de los muchos que habían adquirido bienes de la Iglesia y los introdujera en una posesión plenamente pacífica, ahuyentando el fantasma de una posible restitución, reforzaría grandemente el partido moderado. De ahí la prisa que se dio éste en buscar por todos los medios, el entablar negociaciones con Roma.” 47 El cambio del panorama se logró empleando criterios y medios más en razón y justicia. Y los principales actores fueron, quién lo diría, liberales moderados y enérgicos, muy destacada y eficazmente Ramón Narváez. J.M. Cuenca, especialista en historiografía del siglo XIX, esboza las pautas maestras de la política en la década del “moderantismo” (1844 – 1854): 46 Cf. A. REVESZ, Narváez, dictador liberal , Madrid, 1953; V. Palacio Atard, La España del siglo XIX , Madrid, 1978. 47 J. de SALAZAR, “Concordato de 1851”: DHEE II pp. 581- 595. Rvdo. P. Maestro Dr. Álvaro Huerga Teruelo, O.P.
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