Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
47 aspirar al dominio absoluto en la región. En ese contexto, debemos analizar el ataque inglés a Puerto Rico de 1797. El general Abercromby unió fuerzas con las que había llevado desde Trinidad el almirante Harvey y formó una poderosa escuadra de 62 embarcaciones que se presentó frente a la costa norte de Puerto Rico y desembarcó por la playa de Cangrejos el 18 de abril de 1797. Como se ha dicho, la intención era tomar la Isla para el Rey Británico. Sin embargo, a la hora del ataque, los ingleses no contaron con una serie de elementos importantes. El propio Abercromby señaló algunos de los mismos. Toda vez que Trinidad cayó fácilmente en sus manos, los ingleses pensaron que en Puerto Rico sería lo mismo y confiaron que el país estaba débil militarmente. Otro factor fue que, como Harvey y Abercromby, habían recibido refuerzos, depositaron su confianza en una superioridad de fuerzas que realmente no tenían. Los ingleses tampoco consideraron otros factores locales porque les eran desconocidos. Puerto Rico estaba gobernado desde 1795 por el brigadier Ramón de Castro, quien había tomado todo tipo de previsiones para tener listas sus tropas en caso de un ataque extranjero. La guarnición destacada en San Juan era más fuerte que la inglesa, tenía artillería poderosa, contaba con muy buena preparación y abundantes pertrechos y suministros. Sin embargo, esos factores no hubieran sido suficientes para atajar a los invasores. Puerto Rico poseía un elemento adicional que los mismos españoles ni siquiera sospechaban y con el cual los ingleses tampoco contaron. Importantes sectores del pueblo puertorriqueño de todos los niveles y esferas sociales se volcaron masivamente contra los británicos, incluso las religiosas. El Obispo D. Juan Bautista Zengotita y Bengoa recorrió las murallas de la vieja ciudad, le ofreció su ayuda y la de todos los sacerdotes al gobernador. También ofreció la sede episcopal para alojar la guarnición o como almacén de municiones. Se ordenó que se realizaran rogativas todos los días, mientras durara el peligro inglés. El obispo fue más lejos pues acompañado del Canónigo D. Esteban González y de su secretario, D. Juan Antonio Uribe visitó los puestos defensivos de mayor peligrosidad para darles ánimo a los combatientes. En la defensa también participaron y se destacaron otros religiosos: el deán Nicolás de Quiñones, el racionero Alonso Andrade y el cura párroco de San Sebastián José Dolores Toro. A los alrededores de San Juan llegó gente de todas partes del país, dispuesta a enfrentar a los invasores. La valentía y heroicidad desplegadas por la inmensa mayoría de los defensores nativos, junto a la acción de los militares profesionales, provocaron una aplastante derrota a los británicos, quienes tuvieron que salir de la Isla el 2 de mayo de ese año, tras dos intensas semanas de lucha. Al irse de San Juan, los ingleses organizaron una serie de pequeños ataques de despojo en varios lugares costeros del norte y el oeste del país. El sistema militar de Capitanes Generales establecido a fines del siglo XVI, con ligeros cambios y modificaciones, había sobrevivido y, a la altura del 1797, El periódo revolucionario de 1775 - 1825...
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