Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

58 político y económico de la Iglesia a partir del trienio del 1820 al 1823. Ocurrirá en todas las sociedades europeas donde las condicionesmateriales estuvieranmaduras para ello y donde no hubiese espacio y tolerancia para el cambio social y político. 10 La Iglesia en los países católicos, sufrirá las consecuencias hegemonizantes del Estado moderno y los antiguos privilegios irán desapareciendo según habrán de ser sometidos al nuevo derecho. Sobre esta transformación en los países católicos, escribe el historiador católico alemán, Padre Joseph Lortz: “El poder político de la Iglesia quedó aniquilado definitivamente…por la revolución y la secularización”. 11 Múltiples parcelas de la vida social y la administración pública, que estuvieron bajo el control de la Iglesia por siglos, serán puestas en manos del Estado secular. De aquí en adelante, el Estado católico moderno expropiará a la Iglesia de sus bienes materiales y restringirá la participación de ésta en la vida política, especialmente a partir de las revoluciones de 1848, cuando se dio inicio generalizado de la intensión de sectores dirigentes en esos países por dar fin a la Europa monárquica y al catolicismo del Antiguo Régimen. Paradójicamente, será en los países católicos en dónde más antagónica resultará la lucha de los liberales y la Iglesia, lo cual retrasó el entendimiento de la Santa Sede con el nuevo Estado liberal del mundo moderno. Sólo en la Austria católica se evitaron estas conmociones, por los cambios realizados por la monarquía católica en la relación de Iglesia y Estado, casi cien años antes de que las revoluciones impusieran esos cambios en los muy católicos países de Francia, España, Italia y Portugal. 12 10 Eric Hosbawn, The Age of Revolution in Europe: 1789-1848, London: Windelfeld and Nicolson, 1962. Jaques Droz, Europa: Restauración y Revolución, 1815-1848, España: Siglo XXI Editores, 1979. 11 Joseph Lortz, Historia de la Iglesia, Madrid: Ediciones Cristiandad, 1982, p. 393. Carlyle, el historiador inglés de la época, señala en su Historia de la Revolución Francesa, lo que para él es la tragedia de Europa en ese período, cuando advierte: “aquello de la vieja sociedad que debía ser destruido estaba tan entremezclado con lo que debía ser reparado y preservado, que ya no tenía posibilidades”. (Citado por Wilson en God’s Funeral, p. 60) 12 La ilustrada y muy católica emperadora del Sacro Imperio, María Teresa, adelantándose a las revoluciones del siglo XIX, prohibió el envío de oro a Roma, las visitas de delegados apostólicos al país y la circulación de encíclicas papales sin permiso del Estado, abolió el fuero jurídico eclesiástico, impuso contribuciones a la Iglesia, dispuso de los bienes de la disuelta orden de los Jesuitas para el sistema educativo, levantó parcialmente la censura de la Iglesia contra los libros de la Ilustración, asumió el control de las vastas tierras de la Iglesia y prohibió los votos monásticos antes de los 24 años, pero a la vez persiguió duramente a judíos y protestantes en su reino. El Emperador Josefo II, por su parte, reformó la liturgia católica, sometió al clero a las cortes del Estado, colocó el matrimonio bajo la jurisdicción del Estado, eliminó una tercera parte de los monasterios que sumaban 700 y usó el capital sobrante para pagar los gastos de culto y clero, además de declarar una relativa libertad de cultos. Robert A. Kann, A History of the Habsburg Empire: 1526-1918, NY: Barnes and Noble, 1974, pp. 187-192, 356-358; Charles H. O’Brien, Ideas of Religious Toleration at the Time of Joseph II: A Study of the Enlightment Among Catholics in Austria, Philadelphia: American Philosophical Society, 1969. Véase el “Concordato Austriaco”, en J.F. Maclear, ed., Church and State, Oxford University Press, 1995, pp. 150-153. Contratio a la Austria católica, Portugal tardará un siglo en acometer esas reformas, de tal manera que la fuerza de la revolución destrozará a la Iglesia tarde en 1910, tal como había ocurrido en España e Italia, según se lee en Derick Michael, The Portugal of Salazar, London: Snads, 1938. En el caso de la Francia católica de la III República, el Congreso ordenó en 1902 el cierre de todas las escuelas católicas y la expulsión de 20,000 religiosos de los conventos. Dr. Samuel Silva Gotay

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