Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
60 que juzgue verdaderamente perfecta y completamente libre”; que “el poder eclesiástico no puede ejercer su autoridad sin permiso y asentimiento del poder civil”: que “la Iglesia no tiene el derecho de usar la fuerza y carece de todo poder temporal directo o indirecto”; que “la ciencia moral y la ciencia filosófica así como las leyes civiles, pueden y deben separarse de la autoridad divina y eclesiástica”; que “la supresión del poder civil (secular, sobre los territorios papales) que posee la Sede Apostólica contribuiría mucho a la libertad y prosperidad de la Iglesia”; que “en la época actual no es necesario ya, que la religión católica sea considerada como religión del Estado, con exclusión de todos los demás cultos”; que “los extranjeros que … emigren pueden ejercer lícitamente el ejercicio público de su propio culto”; que “la libertad civil de cultos y la facultad plena otorgada a todos de manifestar abierta y públicamente opiniones y pensamientos sin excepción alguna, conduzca a mayor felicidad a los pueblos”; y que “el Romano Pontífice debe reconciliarse y transigir con el progreso, el liberalismo y la sociedad moderna”. 15 El historiador católico, E. H. Hales, señala que este documento ataca las libertades más preciadas del siglo XIX y “en América se refiere a lo más sagrado”. En la misma línea, Charles Morris, el ensayista católico, añade: “El Syllabus condenó el centro de las proposiciones del American Bill of Rights”. 16 Esta proposición de aquel Papa no puede reconciliarse con el progreso, el liberalismo y la sociedad moderna, dice Hales, y “colocó a las jerarquías católicas en los países de Occidente en posición embarazosa y sus relaciones con los gobiernos y la opinión pública”. Pero Pío IX no se inmutaba. Cuatro años más tarde, en medio de las revoluciones europeas e italianas por imponer gobiernos liberales y democráticos en Europa y desvestir al Papa del “poder temporal”, insistirá en la aprobación de la “infalibilidad papal”. Lo logrará en el Concilio Vaticano I de 1870, justo antes de que los ejércitos de la nación italiana le expropien los Estados Pontificios y de que Roma votara abrumadoramente por salir del régimen papal para incorporarse a la nación italiana recién formada. 17 Para 1888, en la cresta del triunfo del liberalismo en el mundo católico europeo y americano, León XIII articula una doctrina católica sobre la libertad para enfrentar el liberalismo, con el fin de establecer unas bases, a contrapelo de la historia, para el mantenimiento de la presencia política de la Iglesia en los asuntos de la sociedad y del Estado. El Papa concluye en su encíclica que: 15 E.H. Hales, “Syllabus, Catálogo de errores modernos”, Doctrina Pontificia, Vol. II, Madrid: Editorial Católica, 1955, pp. 19-38. 16 Charles Morris, American Catholic: The Saints and Sinners Who Built America’s Most Powerful Church, New York: University of Notre Dame, 1999. 17 E.E.Y. Hales, Pío Nono: A Study in European Politic and Religion in the Nineteenth Century, New York: P. J. Kennedy and Sons, 1954, pp. 258-260; Charles Morris, Op. Cit., p. 69; R. de Cesare, The Last Days of Papal Rome, 1850-1870, London: Constable, 1909. Sobre el Concilio y la aprobación de la “infalibilidad papal”, véanse los siguientes: H.B. Hasler, How the Pope Became Infallible, N.Y.: Doubleday, 1981; W. J. S. Simpson, Roman Catholic Opposition to Papal Infallibility, London: J. Murray, 1909; Margaret O’Gain, Triumph in Defeat: Infallibility, Vatican I, and the French Minority Bishops, Washington, DC: Catholic University Press, 1988. Dr. Samuel Silva Gotay
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