Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
72 la gente. La inferioridad del esclavo fue, principalmente, legal, más que moral. Cualquiera se podría convertir en esclavo, tanto por la guerra como por la pobreza, y era una desgracia cuando esto le ocurría a una persona. La esclavitud se identificó con el negro en la época del descubrimiento y colonización de América, cuando personas de África fueron forzadas a emigrar al nuevo continente. Entonces, el negro y el esclavo vinieron a ser sinónimos: el negro vino a ser esclavo. 2 Las Siete Partidas, colección de leyes y costumbres emitidas por Alfonso X, El Sabio (1282-1284), fue establecida dentro de la doctrina cristiana, de manera que el esclavo tenía un cuerpo de leyes que lo protegía como un ser humano. Ya estaban vigentes cuando el negro llegó como esclavo desde África a América. 3 Sin embargo, la concepción de que el hombre es libre e igual a los otros hombres, especialmente ante Dios, no se aplicó al esclavo. La legislación española en las colonias mostraba la tendencia a considerar al esclavo como una “cosa” y olvidar el hecho de que era un “ser humano”. 4 La ley, las costumbres y la tradición española se transfieren a la América colonial y llegaron a gobernar al esclavo en todos sus aspectos. 5 Además, había que mantener la relación existente entre ciudadano y negro o entre amo y esclavo basada en la esclavitud, porque destruir esa relación significaba el resquebrajamiento del sistema de plantación en América, ya que el esclavo era considerado lo más importante dentro de la producción azucarera. Es decir, sin esclavo no habría azúcar. La definición del esclavo se simbolizó con el negro por razones históricas y de acondicionamiento: el negro fue identificado con el esclavo, y el esclavo con el paria del cual no podía escapar. 6 Albert Schweitzer, teólogo protestante francés, opinaba sobre el negro africano: “El negro es un niño y, sin autoridad, nada puede hacerse con él”. 7 Acerca de esto, asevera el profesor africano Mahmood Mamdani, “en la mente colonial, los africanos no eran niños ordinarios; estaban destinados a ser perpetuamente niños”; “niños ´Peter Pan` quienes nunca crecerían: serían siempre una raza de niños”, según, Christopher Fyfe, africanista inglés. 8 Así fue el negro, reputado el más fuerte -por su fuerza física- y dócil de los hombres, considerado un niño y un esclavo por naturaleza, quien no podía escapar de sus 2 Frank Tannenbaum, Slave and Citizen. Boston, Beacon Press, 1992, pp. 50-53. 3 Las Siete Partidas del Rey Alfonso El Sabio (3 tomos). Madrid, Imprenta Real, 1807, tomo III, Ley VII, p. 120. 4 Okon Edit Uya, Historia de la esclavitud negra en las Américas y el Caribe. Argentina, Editorial Claridad, 1989, p. 131. 5 Jalil Sued Badillo y Ángel López Cantos, Puerto Rico Negro. Río Piedras, Editorial Cultural, 1986, p. 52. Tannenbaum, op. cit., pp. 106-107. 6 Tannenbaum, ibid. 7 Mahnood Mamdani, Citizen and Subject: Contemporary Africa and the Legacy of Late Colonialism. New Jersey, Princeton University Press, 1996, p. 4. Albert Schweitzer fue Premio Nóbel de la Paz en 1952. Traducción libre. 8 Ibid., p. 4. Christopher Fyfe, “Race, Empire and the Historians”, Race and Class 33, núm. 4, 1992. Traducción libre. Dra. Ivette Pérez Vega
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