Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

73 desventajas naturales aun tratando de evadir las consecuencias legales. La libertad del esclavo fue difícil de lograr, a veces casi imposible, estimando que fue deseada por el negro pero no por su dueño, como tampoco por la comunidad donde el negro residía. El esclavo no podía convertirse de modo ordinario en un hombre libre. Si el esclavo obtenía su libertad, todavía continuaba siendo un negro, y como negro, de acuerdo a las creencias prevalecientes, cargaba en su persona toda la atribución de un esclavo, del esclavo de su propio ser. Todas las cosas que se le negaban al negro como esclavo eran las permitidas al hombre blanco o a su amo. 9 La institución de la esclavitud fue parte de la sociedad en Puerto Rico en todas sus manifestaciones. Por eso, “se acostumbra a insistir en las características repugnantes de la esclavitud...”, dice el historiador padre Fernando Picó. S.J. 10 Ni la Iglesia como organización, ni el clero, escaparon de la participación en la esclavitud. El clero desempeñó un rol activo en la esclavitud de los negros, igual que los otros grupos de la sociedad, inclusive los libertos. El esclavo no tenía protección legal aunque era una mercancía o un bien mueble protegido por un tratamiento legal para el propietario. El esclavo no era considerado un ser humano. La Iglesia Católica, desde sus más primitivos orígenes, aceptó y promulgó la esclavitud como una práctica institucional justa, necesaria o inevitable. 11 Las Escrituras no la condenaban, y ese hecho facilitó a los cristianos hacer uso de ella sin cargos de conciencia. Se admitió la esclavitud como derivada del pecado de los hombres y de la supuesta inferioridad moral o espiritual de los esclavizados. En consecuencia, la esclavitud era legítima mientras contribuyera a la propagación del cristianismo. La posesión de esclavos por el clero, a su vez, se convertía en el mejor modelo de la legitimidad de la práctica. Por ejemplo, todavía en 1544, el siempre recordado Fray Bartolomé de las Casas poseía un esclavo negro. 12 Tan temprano como en la fundación del primer obispado en Puerto Rico, el Obispo Juan Alonso Manso (1511 y 1519) poseía 43 negros en 1519. Más tarde, el Obispo de San Juan Diego de Salamanca (1576-1587), en 1579, escribe una carta al Rey de España solicitándole que envíe esclavos a la Isla porque: la solución del problema económico estaba en los negros que aportarían mano de obra y, por consiguiente, aumentarían la producción y el comercio de la Isla; “para renovar y acrecentar el trato del oro y azúcar de esta isla..., enviar a ella cantidad de negros que llegasen a mil entre varones y mujeres...” Se comenta sobre dicho escrito: “Es un tanto 9 Tannenbaum, op. cit., pp. 102-107. 10 Fernando Picó, “La práctica de la coartación: un instrumento de participación de los esclavos puertorriqueños en el proceso de su libertad”, Revista Cayey, núm. 42-43, marzo-junio, 1984, p. 51. 11 Sobre la Iglesia en Puerto Rico durante el siglo XIX, véase: Samuel Silva Gotay, Catolicismo y Política en Puerto Rico: Bajo España y Estados Unidos: Siglos XIX y XX. Río Piedras, La Editorial, Universidad de Puerto Rico, 2005. Parte I: La Iglesia y la Esclavitud. 12 Tzvetan Todorov, The Conquest of America: The Conquest of the Other. Norman, University of Oklahoma Press, 1999, p. 170-171. La bendita esclavitud: compra-venta de esclavos...

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