Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
81 incluían también como si fueran parte de los “animales” de la compra-venta de una hacienda o ingenio. Así decía un anuncio en el Periódico El Ponceño en la venta de una hacienda: “Además [se venden] 40 reses entre los cuales hay 12 yuntas de bueyes, 12 bestias, 4 carros y 3 esclavos”. 53 Asimismo, sobre la costumbre de anunciar la compra-venta de esclavos, aparece otro aviso en dicho periódico: “Se desea comprar negros sanos y jóvenes, pagándose al contado”. 54 Por lo general, la prensa del país estuvo siempre cargada de estos anuncios con relación a esclavos. Además, los negros disponibles para la compra y venta se pregonaban por sus dueños en el pueblo. El esclavo se consideró una mercancía o una cosa viviente, como las bestias, para realizar unas funciones en el medio donde se encontraba ya fuese la ciudad o el campo. Por otro lado, al ser una inversión de capital, el esclavo se convirtió en el objeto de mayor valor en la hacienda, e incluso, muchas veces sustituyó a la moneda. Las rápidas ganancias de los esclavos propiciaron en la sociedad de la época la opulencia, la ostentación y el consumo exagerado. Fue la expresión y satisfacción de sentirse dueños de otros hombres, aunque se considerara una mercancía. La rentabilidad del esclavo, era de tal magnitud, que fue símbolo de estatus social para todos, hasta para algunos clérigos y los libertos, y su rentabilidad se medía por su supervivencia. En términos económicos, los dueños de esclavos querían maximizar la productividad de éstos a la vez que protegían el valor de su inversión de capital, un valor que continuaba subiendo con los precios que escalaban los esclavos. Por tanto, tenía sentido el proveerle al esclavo un nivel material de vida (alimentación y vivienda) que le promoviera una buena salud, para de esa forma, aumentar las ganancias de capital. 55 Algunos dueños de esclavos decían que era más barato hacerlos trabajar hasta su muerte y, luego, comprar reemplazos de África, que procrear nuevas generaciones de negros desde la infancia o pagar el costo de comprar niños y criarlos hasta que fueran trabajadores productivos, ocasionando poco incentivo para criar esclavos. 56 Los dueños estaban obligados a alimentar y vestir a los esclavos y a no castigarlos con crueldad ni mutilarlos. 57 El esclavo poseía el derecho de cambiar de amo cuando éste no le respetara sus deberes individuales mínimos a la vida, a la integridad corporal, a la alimentación y al buen trato. 58 La ley estaba para proteger al esclavo, pero la verdad era otra. El esclavo desconocía sus derechos. El dueño, al adquirirlo, no le informaba sobre éstos, por tanto, el esclavo tendría que hacer todo lo que su amo exigiera, aun en contra de su dignidad como ser humano. 53 Ibid, p. 94 b. Periódico El Ponceño , 12 de marzo 1853, año II, núm. 37. 54 Ibid. 55 Davis, op. cit.,p. 194. 56 Ibid., p. 116. 57 Richard Konetzke, Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica: 1493-1810. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1962, vol. I, doc. 154, p. 234. 58 Las Siete Partidas, op. cit., Ley VII. La bendita esclavitud: compra-venta de esclavos...
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