Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
85 El presbítero José Gutiérrez del Arroyo figura como manumisor de algunos esclavos durante su larga vida como religioso, unos 70 años, y propietario de éstos tanto en San Juan como en Ponce. De esta manera, al manumitir sus esclavos recibe de ellos el pago que les ha estipulado para comprar su libertad, es decir, su valor real. Por ejemplo, liberta a Luisa de 30 años en 1818, al recibir del esposo, esclavo también de la Hacienda Quemado, 300 pesos que “ha adquirido con su industria en los días que se le han concedido”. 79 Generalmente, en su día libre, el esclavo le hacía trabajos a otra persona o se alquilaba fuera de la hacienda, por lo que recibía paga, y de esa forma, poco a poco, iba guardando dinero hasta poder pagar su libertad o la de un familiar. Esto le tomaba años, porque la paga era baja y su valor como esclavo era alto. En otro caso, en 1819, Antonio Orsa, de Ponce, le entregó a Gutiérrez 225 pesos por la libertad del moreno criollo Isidoro, hijo de la difunta Rosa Magnate, también esclava del cura .80 El mismo año, Gutiérrez, con su socio el francés Pedro Gautier, manumitió al negro Félix, de 30 años, porque les había entregado 300 pesos en efectivo. 81 A Gutiérrez le interesaba manumitir o vender los esclavos de más de 29 años porque ya su rendimiento de trabajo iba descendiendo, por tanto, no eran rentables. Hay que considerar que el promedio de vida de un esclavo sería de unos 23 a 25 años y de vida útil unos 10 años. “La Iglesia veía la manumisión como una obra singular y agradable a Dios”; 82 claro, si hubiese sido gratuita, pero de nada servía si el esclavo, la mayor parte de las veces, no podía ahorrar el pago de su valor y, por lo general, los dueños no la practicaban con sus esclavos. Plantearnos que los ricos propietarios, aun sacerdotes, les otorgaran la libertad a algunos de sus esclavos, pero no por razones humanitarias. Tal parece que a pocos “hombres de Dios” se les ocurrió la idea. El esclavo representaba el poder de un hacendado: el valor de una hacienda se medía por el número de brazos con que contaba. La mayoría de los esclavos sólo pudieron liberarse de sus amos mediante la paga total de su valor o con la muerte y, muy pocos, utilizando la fuga. Así se entiende, por ejemplo, cuando al presbítero D. Manuel Acosta de Utuado se le fugan al monte, en 1825, once esclavos que son al fin aprehendidos. 83 Por otra parte, vemos que el presbítero José Gutiérrez del Arroyo tuvo que hacer una reclamación al gobernador, en agosto de 1827, cuando uno de sus esclavos se escapó de la hacienda con paradero desconocido, posiblemente a una de las islas cercanas, como Haití, donde se había abolido la esclavitud. 84 La fuga de esclavos, especialmente de bozales, revela una inadaptabilidad al nuevo 79 AGPR, PNP, fs. 172-173v, 1818. 80 AGPR, PNP, fs. 120-121, 1819, 1era pieza. 81 AGPR, PNP, fs. 179-181, 1819, 1era pieza. 82 Arturo Dávila, “Aspectos de una pastoral de esclavitud en Puerto Rico durante el siglo XIX: 1803-1873”, La Torre, núm. 81-83, julio-diciembre 1973, p. 51. 83 Morales Carrión, op. cit, Auge y decadencia, p. 46-47. 84 AGPR, Fondo de Gobernadores, Asuntos Políticos y Civiles, ent. 23, c. 60. La Real Orden del 2 de agosto de 1861: el esclavo que pasara a cualquier país que no existiera la esclavitud quedaba libre. Díaz Soler, op. cit.,pp. 230-231. La bendita esclavitud: compra-venta de esclavos...
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