Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868

88 matrimonio. Seis años más tarde, vuelve a disponer en un codicilo que, en el caso de la mencionada esclava Carolina, esta no gozaría de la libertad hasta luego del deceso de las sobrinas, Micaela y María de la Cruz González Arroyo. 97 Creo que, en el siglo XIX, nadie en Ponce ni en Puerto Rico, redactó tantos testamentos y codicilos durante su vida como el Provisor Gutiérrez del Arroyo; siempre con la intención de ordenar las nuevas disposiciones de vida con relación a sus negros, a la hora de su muerte, las que indudablemente marcarían otro ciclo de esclavitud a sus esclavos con un nuevo amo. Al hombre de esa época, incluyendo clérigos sin importar su jerarquía, le preocupaba grandemente qué pasaría con sus propiedades, principalmente los esclavos, tras su deceso, demostrando un notable interés en que los heredaran sus familiares queridos, y no darles su libertad plena. El filósofo Pierre Chaunu plantea que toda sociedad, de alguna manera, se mide o se juzga, y se valora a sí misma, por su forma de pensar sobre la muerte. 98 A esto añado que también por los testamentos, que expresan el final o destino que van a tener las cosas que las personas poseen y valoran. “Los testamentos proveen un recurso homogéneo y formal para el estudio de las actitudes sociales y mentales hacia la muerte”, nos expresa el historiador Michel Vovelle. 99 Otra figura de la Iglesia que estuvo muy involucrada en actividades relacionadas con esclavos fue el Canónigo Licenciado D. Nicolás Alonso de Andrade, residente del Barrio Santo Domingo de San Juan, quien fue Vicario Capitular y gobernador eclesiástico durante la sede vacante del Obispado de San Juan desde 1833 hasta su muerte, en 1845, 100 sustituyendo al fallecido Obispo Pedro Gutiérrez de Cos. Según dice el Dr. Arturo Dávila, historiador sobre temas de la Iglesia de Puerto Rico: “El Licdo. Andrade y San Juan, poseedor de estancias y dueño de esclavos de los que se despoja al parecer en las postrimerías de su vida” 101 , luego de vivir una larga vida como religioso. El poderoso prebendado deán o primera dignidad del Cabildo Eclesiástico actuó como agente mercantil permanente del hacendado D. José Ignacio Marrero, por lo que recibiría buena paga, éste le otorgó poder a tales efectos, en presencia del escribano de San Juan José de Reynosa, el 5 de octubre de 1808. En 1811, el Canónigo Andrade vendió 3 esclavas de Marrero, dos de ellas en Caguas, por un precio desconocido. 102 Cuatro años después, en 1815, el Canónigo fue acusado por el párroco de Añasco ante el Gobernador Salvador Meléndez, “de los abusos y atropellos cometidos, y que, engreído con la riqueza adquirida arrebatadamente por haciendas, esclavos y comercio, parece que ha colocado toda su felicidad en 97 AGPR, PNSJ, José Echevarría, fs. 354-359,1843; fs. 321v-323,1846, José Hinojosa. 98 Según lo expresado por Pierre Chaunu, en: Michel Vovelle, Ideologies and Mentalities. Chicago, The Chicago Univesity Press, 1990, p. 65. Traducción libre. 99 Vovelle, ibid, p. 138. 100 Información ofrecida personalmente por el Padre Alfonso Guzmán, O.F.M. 101 Dávila, p. 46, p. 51. 102 Szásdi, op. cit., p. 24, nota 59. Dra. Ivette Pérez Vega

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