Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
93 interesante la compra en San Juan efectuada por la morena libre María del Rosario, de una negra natural de Guinea por precio desconocido al “Padre Cura” de la isla de Saint Thomas, 131 quien debe estar con la negra en la Capital para llevar a cabo la venta. Es decir, los ex esclavos perpetúan la esclavitud. Por otra parte, tenemos al presbítero D. José Antonio Espeleta, Racionero de la Catedral, quien concede en su testamento en 1810 libertad a sus cinco esclavos, dos mujeres y tres hombres: Feliciana, Jacinto, Encarnación, Joaquín y Justa, “atento a los buenos servicios que le han tributado, la fidelidad con que se han conducido y el cariño con que le han tratado, por cuya razón les ha permitido llevar el apelativo de Espeleta”. El testamento lo hizo el 21 de noviembre y Espeleta falleció un mes después, el 22 de diciembre de 1810. Este es el único caso que he encontrado en mi investigación en el que un clérigo les haya dado su apellido a unos esclavos. Cabe la sospecha de que los esclavos a quienes el Presbítero Espeleta diera la libertad plena fueran sus hijos carnales. Otros casos de eclesiásticos que confieren la libertad a esclavos por testamento, al momento de su muerte, son los siguientes. El padre José Rodríguez Cueto tenía once esclavos, entre ellos una mulatica, que donó a Da. Florencia Baerga, hija del dueño anterior de la esclava, a condición de que le sirviera durante la vida de ella y luego quedara libre. Tiene, además, cuatro esclavos y seis esclavas. A una le otorga, en su testamento de 1805, la libertad incondicional; a dos, con la condición de que trabajen para la madre del padre Rodríguez Cueto mientras tomen estado de libres; y a otra ya le había concedido la libertad, mediante pago que recibió, al tiempo que se bautizó la esclava. 132 Me pregunto: ¿Por qué el padre Cueto no eximió a la esclava de pagarle su libertad cuando ésta se bautizó? Al mismo tiempo, el presbítero D. Casimiro Boria, le dio la libertad en 1810 a su esclavo Pedro Vicente Rodríguez, natural de Toa Baja, a pedido de éste o por manumisión, por 300 pesos. El presbítero D. Carlos Álvarez posee cuatro esclavos. En su testamento de 1811, lega la esclavita Nicolasa a una hermana, para que le sirva hasta su muerte, y luego quede libre. Como vemos, a la niña Nicolasa le esperaba una vida completa de esclavitud. El presbítero Dr. Pedro Martínez tiene una negra natural de la isla de Antigua, María Sofía, de 55 años. En 1801, le había dado su libertad a condición de que le sirviere mientras él viviese en Puerto Rico, es decir, que continuaría siendo su esclava, y diez años después, en 1811, le concede la plena libertad. 133 No me sorprende que le otorgue la libertad plena a una mujer de 55 años que por su edad ya resultaba una carga para el Presbítero, pues su vida útil se había extinguido, ya que no era rentable mantener a una persona de esa edad. El presbítero D. Francisco Ximénez, quien sustituye en la sede vacante del obispado al fenecido Canónigo D. Nicolás Alonso de Andrade en 1845, también Puerto Rico. Homines , Universidad Interamericana de Puerto Rico, 2004, pp. 34-40. 131 GS 4-x-1804. Szásdi, op. cit., p. 8, nota 33. 132 Szásddi, ibid., p. 33. 133 Ibid., p. 34, nota 79. La bendita esclavitud: compra-venta de esclavos...
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