Iglesia, Estado y Sociedad Ruptura y Continuidad 1800-1868
95 testamento, a la hora de la muerte, por lo general, lo hicieron con condiciones y no con libertad plena. Así, pues, la mayoría de estos esclavos pasaron a los familiares de sus amos, para ser libertados cuando aquéllos fallecieran. Como bien dice Szásdi: “llama la atención el escaso número de sacerdotes que libertan a sus esclavos... y de manera selectiva”. 138 El factor material es fundamental, en términos generales, para determinar la manumisión, como es el sentimentalismo, pero acompañado por la exigencia de una buena suma de dinero. 139 Por eso, no debió ser extraña a esta invencible actitud o negligencia, junto a la indiferencia de los amos y la desidia de los pastores, 140 que no se condenara la esclavitud. La mayoría de los amos fueron motivados, primeramente, por la ambición de ingresos y ganancias, suplementadas por el ansia de poder personal que podía ser mitigado por el deseo de que fueran considerados, especialmente por sus compañeros y hacendados, como buenos cristianos y personas decentes – valores que podían cambiar abruptamente cuando había una alarma o pánico imprevisto o en la necesidad de ser realmente severo con el esclavo. Tampoco se puede pasar por alto los momentos en que los amos expresaron admiración genuina y hasta afecto por esclavos individuales. 141 La Iglesia elaboró, en la economía de plantación, una ideología justificadora de la esclavitud, institución básica en Puerto Rico, aliándose a los intereses de los terratenientes productores de azúcar. 142 El clero y la Iglesia como institución fueron firmes baluartes en la consolidación de la restauración absolutista en Puerto Rico, 143 para lograr una masiva entrada de inmigrantes, entre ellos esclavos, de todas las regiones de África, Europa y América. 144 En 1840, bajo el Vicario Capitular D. Nicolás Alonso de Andrade, la Regencia de España negó el “exéquatur” o la autorización a la Carta Apostólica In Supremo del 3 de diciembre de 1839, del Papa Gregorio XVI, donde en forma tan absoluta se condenaba la trata de negros, pero de manera ambigua la esclavitud, prohibiéndolas a los clérigos y a la comunidad cristiana. 145 La Carta Apostólica fue letra muerta. La mayoría de los clérigos ofrecieron una esclavitud plena a sus esclavos en América, así como en Puerto Rico. Sorprende que, todavía en 1872, un año antes de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, en Comerío, el presbítero 138 Ibid., p. 33. 139 Ibid., p. 35. 140 Dávila, op. cit., p. 48. 141 Davis, op. cit, p. 194. 142 Navarro García, op. cit., “Control social y costumbres políticas en Puerto Rico...”, p. 8. 143 Ibid., p. 8. 144 Sobre la inmigración en el sur de Puerto Rico, véase: Ivette Pérez Vega, “Memoria de una tesis: Las oleadas de inmigración sobre el sur de Puerto Rico: Las sociedades mercantiles creadas en Ponce (1816- 30)”. La Revista, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, núm. 4, ene.-jun. 1987. Pérez Vega, “El efecto económico, social y político de la inmigración de Venezuela en el sur de Puerto Rico, 1810-1830”. Revista de Indias, Sevilla, España, núm. 181, sept.-dic. 1987. 145 Dávila, op. cit., pp. 46-47. La bendita esclavitud: compra-venta de esclavos...
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