Creer y actuar para renacer

29 crecer y actuar para renacer de la orden religiosa con el héroe de las novelas de caballerías estuvo en la mente de Cervantes. Ahora bien, cuando se escribe y publica en 1605 la primera parte del Quijote solo había un caballero andante que hubiera llevado el nombre de su patria chica, Azpeitia, por Espana y por Europa. En cualquier caso, este paralelismo literario pone de manifiesto que el entusiasmo por los libros de caballerías estaba generalizado en la Espana del siglo XVI. Los libros de caballerías, que ocasionaron la locura de don Quijote y que provocan la novela de Cervantes, son narraciones en prosa que relatan las heroicas aventuras de un caballero andante que vaga por el mundo, luchando contra personas o monstruos, seres normales o mágicos, deambulando por tierras exóticas y fabulosas. El caballero andante goza de una fuerza considerable casi inverosimil y es muy habil en el uso de las armas, que pone al servicio de la lucha contra el mal, para “favorecer y ayudar a los menesterosos y desvalidos”, para “desfacer agravios, socorrer viudas, amparar doncellas” 15 , siempre movido por un ansia insaciable de gloriosas aventuras. Una de las virtudes del caballero es, junto a su valentía, el sentido de la justicia, a veces exagerado y desquiciado. Todos esos esfuerzos y sacrificios son ofrecidos por él a una dama, para conseguir y acrecentar su amor. Salvador Muñoz distingue y analiza estos tres niveles de discurso religioso en el Quijote: una religiosidad epidérmica, una religiosidad medular y una religiosidad refleja. En el primer nivel se manifiesta la religiosidad sociológica y rutinaria de la sociedad española del siglo XVI, tal y como ha cristalizado en los refranes o proverbios de carácter religioso; este estrato también se puede rastrear en el uso de la Sagrada Escritura, así como en la presentación de los eclesiásticos y en la utilización de latines. No nos vamos a detener en este nivel minuciosamente analizado por S. Munoz. Baste recordar una de sus conclusiones tras el examen de las más de 80 referencias bíblicas del Quijote: la presencia de pasajes tomados de los llamados libros deuterocanonicos (Eclesiástico, Sabiduría, Carta de Santiago) no admitidos por los protestantes excluye cualquier sospecha de influencias 15 Ibid., Lib I, cap. IX, 117 y Lib.I, cap. XVIII, 206.

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