Cristianos en salida, santos del presente
38 actas del vii congreso católicos y vida pública Para Francisco, sin embargo, la conversión que la Iglesia necesita para ser servidora y no abusiva, no puede acontecer sin esa participación. En Gaudete et exsultate , (6) recuerda que el Señor, «en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo… Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo». E insiste en su carta al pueblo de Dios de que “todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comunidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación. 10 No puede haber solución a la crisis del abuso clerical sin erradicar el clericalismo, o dicho de otra manera, sin realizar la visión eclesiológica de Lumen Gentium . Y para retomar el inicio de esta presentación, esto significa la sinodalidad, como proceso sí, pero también como figura teológica de esa conversión. La sinodalidad no cuestiona para nada la institución jerárquica. Los obispos siguen gobernando, y los pastores siguen siendo pastores. Pero la sinodalidad ofrece un modelo de las relaciones dentro de la Iglesia, de escucha mutua, de discernimiento, de participación que da sentido a ese liderazgo. La Iglesia que enseña es la Iglesia que escucha. Y aquí se ven las posibilidades ad extra. La Iglesia no vive para sí misma, sino al servicio de la humanidad. Por eso en su discurso del 17 de octubre de 2015 sobre la sinodalidad en que habla de su convicción de que “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” al final añadió: “Una Iglesia sinodal es como un emblema levantado entre las naciones (cfr. Is 11, 12), en un mundo que –aun invocando participación, solidaridad y la transparencia en la administración de la cosa pública– a menudo entrega el destino de poblaciones enteras en manos codiciosas de pequeños grupos de poder.” ¿Puede una Iglesia sinodal ofrecer una luz para las naciones? ¿En una época en la que la gente está enajenada de sus instituciones, donde hay una crisis de representatividad política, puede una Iglesia sinodal ser un modelo de participación activa, de ciudadanía, de procesos de decisión basados en la escucha mutua, atenta a las mociones del Espíritu? El papa cree que sí. Por eso habla de su sueño que “el redescubrimiento de la dignidad inviolable de los pueblos y de la función de servicio de la 10 Carta al pueblo de Dios, 20 de agosto de 2018
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