Cristianos en salida, santos del presente

62 actas del vii congreso católicos y vida pública Sabíamos que estábamos respondiendo a un llamado de Dios y que Él nos invitaba a algo especial, diferente. Al principio, sin embargo, no estábamos conscientes de que este llamado fuera una convocatoria para otros también. Era un llamado a reconocernos como hijos de Dios, y a descubrir cómo vivir con las personas sin hogar el hecho de que somos hermanos en Jesús. Este llamado estaba afianzado en las Bienaventuranzas y movido por el Concilio Vaticano II. En todo este proceso, tuvimos que aprender qué era un Carisma. Y comprobar que un Carisma es: un don espiritual concedido por Dios para beneficio de otros. Este don es capaz de condicionar de manera extraordinaria la vida espiritual de un grupo o una época histórica. El don se presenta como una novedad, con carácter de bien común. El Carisma es una experiencia que se vive. Se puede, en libertad, aceptar o rechazar este don. Al abrir este Carisma, este regalo, hemos descubierto un continuo aprendizaje sobre diversos temas: experiencias, crecimiento continuo, sentido de aventura mientras se descubre el camino; acercamiento a fronteras con asombro por todo; contacto con límites, miedos e inseguridades que purifican, nos sacan brillo y ayudan a descubrir lo esencial; expansión del alma. Igualmente este regalo nos ha brindado toda una comunidad diversa que se complementa al compartir sus riquezas, talentos e historias, con todo el aprendizaje de cómo vivir en diversidad comunitaria, creando equipo y buscando complementariedad. Y sobre todo: escucha y discernimiento para descubrir y confirmar lo que Dios quiere para cada uno y para la Fondita de Jesús… su Fondita… la de Jesús. Este Carisma o don ha sido capaz de condicionar, de manera extraordinaria, la vida espiritual de un grupo de voluntarios y empleados así como la de las personas sin hogar. Este llamado se presentó como una novedad, con carácter de bien común y que luego otros han seguido. Cuando se ausculta a miembros de nuestra comunidad nuclear se puede corroborar que nuestro Carisma es una experiencia que se vive, y que, por lo tanto, atrae (o nos decepciona) por la expectativa percibida de cómo actuar respondiendo de acuerdo al llamado. Cada cual podía y puede, en libertad, aceptar o rechazar este don.

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