Cristianos en salida, santos del presente
77 cristianos en salida, santos del presente lograr esto o aquello. Siempre hablando de nosotros mismos. «YO», «MÍO». Esta afirmación de mi centro provoca inevitablemente una PERIFERIA. Esto sucede también a nivel social en muchos ámbitos. Cuando decimos de un adulto o de una sociedad que es infantil, nos estamos refiriendo a esto. ¿Hay una alternativa a esta situación de “centralidad”? Algunos dicen ¡no!, lo que dice el papa sobre alcanzar las periferias es imposible, porque nuestra sociedad se funda en el descarte, en la creación constante de periferias y afirmaciones de centros (la excelencia en el trabajo, en la universidad, etc.). Hay una selección natural en la vida y en la naturaleza que garantiza que las cosas vayan adelante. En todo orden de cosas van adelante los más fuertes, los más inteligentes, los más preparados... y esta selección inevitablemente crea periferias existenciales. Nuestra economía tiene esta dinámica. Cuando en una empresa se realiza una selección de personal o se toman decisiones para mejorar la producción, se crea un descarte, todo en nombre de una mejor producción. El papa es bueno y tiene que decir estas cosas, pero la sociedad no funciona así. 3. los dos ojos. el «corazón que ve» Bien, hemos dicho que el niño tiene un ojo fijo en su mundo, en su centro y esta tendencia narcisista se repite en la edad adulta y en la sociedad en muchas dinámicas. Ahora bien, la plenitud humana consiste en adquirir lo que podríamos llamar un «segundo ojo». Estamos hablando del nivel humano. La madre y, sobre todo el padre, tienen la misión, junto con el educador, de ir haciendo ver al niño que existe otra realidad que no es exclusivamente su centro e ir formándolo a ver esa realidad poco a poco y a estar atento, a ser sensible a esta realidad. A través de la buena educación, del contacto con los demás niños similares a él, poco a poco va aprendiendo a separarse paulatinamente de la madre y a darse cuenta de que existe una periferia: el otro y así abandonar la etapa narcisista. El hombre adulto, el hombre realizado, es aquel que posee los dos ojos. 1. Un ojo que ve la realidad demi mundo, demi yo: mis necesidades, mis anhelos. Este ojo está dirigido a un centro.
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