El desafío de una educación solidaria
110 actas del viii congreso católicos y vida pública biografía. A todos mis estudiantes les pido que escriban una biografía. Pero la biografía que les pido no es una crónica detallada de todo lo que han hecho en su vida hasta el momento, sino que cuenten de un evento o una experiencia que haya sido significativa para ellos, que haya marcado su vida (para bien o para mal). Por eso, la llamo una biografía existencial. Luego, algunas de estas experiencias narradas en las biografías me sirven, el semestre siguiente, como punto de partida concreto para plantear los temas del curso (obviamente, salvaguardando el anonimato del autor). una propuesta Partir de la experiencia de mis estudiantes es imprescindible, pues si no logro “interceptarlos”, interceptar su experiencia, no les llega nada, no pasa nada: la “letra” permanece muerta. Pero quiero llegar a ellos para decirles ¿qué? Para comunicarles ¿qué? Educar supone una propuesta (una propuesta educativa; una propuesta para la vida: para amar, trabajar, convivir). ¿Cuál es mi propuesta? Podría resumirla en tres palabras: corazón, propósito, Misterio. Corazón. Lo primero que yo les digo a mis estudiantes —porque me lo creo— es que todos tenemos un corazón. Cada corazón es único, pero a la vez, todos tenemos un mismo corazón: un corazón humano. El corazón, les digo, es un dato , un hecho; no hicimos nada para tenerlo, pero lo tenemos: se nos ha dado. Lo segundo que les digo es que el corazón lo tenemos, pero no lo conocemos: hay que descubrirlo. Es lo mismo que sucede con la vesícula: todos la tenemos, aunque no lo sepamos o no sepamos bien dónde la tenemos. Propósito . Todo corazón tiene una meta, un propósito. Un propósito que se manifiesta como deseos, anhelos, sueños. Cada corazón tiene una tarea en el mundo y está “capacitado” para llevarla a cabo: pues tiene unos talentos. No hay nadie que no tenga talentos. Cada uno, los suyos. Misterio . Pero ¿quién me ha dado el corazón? ¿Quién lo ha hecho? ¿Quiénme ha asignado mi propósito? No yo, sino el Misterio. La realidad es un diseño que no hicimos nosotros, sino Otro. Las circunstancias de la vida, aparentemente efímeras y casuales, son parte de un diseño. A nosotros nos cuesta trabajo “unir los puntitos” y adivinar el diseño. Completar el diseño nos toma tiempo: el tiempo de la vida. Pero poco
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