El desafío de una educación solidaria

El modelo de la educación anclado en la mística P. Rómulo Cuartas Londoño Universidad de la Mística Ávila, España Para acercarnos al contenido que nos sugiere este título, aparentemente utópico, quiero empezar especificando que la experiencia mística se inserta en el amplio panorama de la espiritualidad como expresión de la dimensión trascendente, inherente y constitutiva de la condición humana. Al optar por expresión «experiencia mística» no desdeño ni ignoro la riqueza de otras expresiones como «experiencia espiritual» o «experiencia de oración.» Al contrario, las asumo y las integro. Hemos de recordar que la palabra y el concepto «mística» no tienen apenas presencia en la Biblia 1 . Su uso es tardío en la literatura cristiana y, aún hoy, suscita recelos. Pero esta ausencia de la palabra no quiere decir que no se dé la experiencia. Porque, si de manera muy amplia, entendemos mística como la experiencia inmediata del Misterio que se vive en amor desbordante, en la máxima gratuidad y que engloba la totalidad de la persona, esta experiencia no está ausente ni de la Biblia ni de la experiencia creyente, aunque la conciencia de dicha experiencia se vaya manifestando de manera progresiva y siempre en la fe y no en la clara visión (1Co 11-12). «Mística hubo en todos los tiempos y lugares, y siempreyentodaspartes lahabrá, porque el pensar oel crearmísticamente es una necesidad insoslayable de la vida, como el pensar filosófico o el 1 Solamente una referencia indirecta y muy crítica en Sb 12, 5; En Ef. 3, 3-5 se refiere Pablo a la revelación del misterio de Cristo, escondido por generaciones y dado a conocer en la Resurrección.

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