El desafío de una educación solidaria
121 el desafío de una educación solidaria breve aproximación al concepto y experiencia mística en la biblia Ganaríamos mucho si entráramos a revalorizar el concepto mística desde la Sagrada Escritura. Porque la Biblia es un gran esfuerzo por enseñarnos que Dios, en esencia, no es un misterio que se oculta, sino un don que se regala y hace todo por revelarse. Se revela en la creación, en la historia de fe de Abraham, en Moisés y en todo el camino de liberación de Egipto, pasando por la Alianza hasta establecer a su pueblo en la tierra prometida. Dios está siempre en continua revelación y manifestación en la historia ordinaria del día a día. No exige superar niveles de conciencia ni otros esfuerzos extraordinarios para tratar amigablemente con su criatura, en el punto y nivel en que se encuentre, tal como lo hizo con Adán (Gn 3, 8) o Moisés (Dt 34, 10). Como afirma muy bien el Deuteronomio, la comunión con Dios no exige nada superior a las fuerzas de la persona ni está fuera de su alcance; no se da en un cielo donde nadie pueda subir ni en lugares remotos donde nadie pueda llegar: está bien cerca de cada persona, está en su boca y en su corazón (cf. Dt 30, 11-14). Ciertamente se trata de una revelación y autodonación que el ser humano va viviendo progresivamente y cuyo culmen es la gran manifestación en el don de la encarnación y nacimiento de Cristo al llegar la plenitud de los tiempos (Jn 1, 14; Ga 4, 4). Considerando todo este proceso, el apóstol Pablo afirma con toda certeza que «lo que de Dios se puede conocer está en ellos [los hombres] manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, su poder eterno y su divinidad, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras…» (Rm 19-20). Más aún, según el apóstol, para el creyente ya no hay ningúnmisterio escondido y la misión de Pablo es dar a conocer el misterio que se ha revelado: «misterio que en generaciones pasadas no fue dado a conocer a los hombres, como ha sido ahora revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu». Revelación y don que consiste en darnos a conocer que Dios ha decidido autorregalarse en Cristo a todos, cristianos y gentiles para que, mediante la fe en Cristo, podamos todos «llegarnos confiadamente a Dios» (Ef 3, 2-12), en proceso continuo de edificación interior hasta «ser morada de Dios en el Espíritu» (Ef 2,14-22).
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