El desafío de una educación solidaria

condenación (Rm 8, 1); no caminan como esclavos, en el temor, sino que el Espíritu nos da la libertad de Hijos y nos impulsa a clamar Abbá, Padre, como Jesucristo (Rm 8, 15). • Igualmente, el Espíritu nos da a conocer la verdadera dimensión de la creación . Liberada ya de la esclavitud a que fue sometida por la codicia y la vanidad, no solamente ansía la participación en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8, 21), sino que, pacificada ya mediante la sangre de Cristo (Col 1, 20) está abierta también a la plenitud para que Dios sea todo en todo (1Co 15, 28). Como vemos, una función esencial de la manifestación del Espíritu es desvelar la dimensión profunda de la realidad, darnos una verdadera mirada contemplativa que nos lleve a mirarnos a nosotros mismos, a los demás, a la creación misma, y a Dios en su autenticidad más profunda. De ahí que el hombre espiritual sea una persona que vive en un plano nuevo, libre de detenerse en la apariencia de lo exterior , de la letra o de la carne . Es una persona del corazón y no de apariencias (2Co 5, 12), ya que el Espíritu que ha sido infundido en nuestros corazones (Rm 5, 5) es el centro auténtico de cada persona. Y desde allí, lo miramos todo y a ese mismo centro se dirigen nuestras miradas. Es mirada de corazón a corazón. De profanidad a profundidad. En terminología bautismal el hombre espiritual es la persona en cuyo corazón Dios ha hecho brillar la luz para irradiar el conocimiento de su gloria que está en la faz de Cristo (Co 4, 6), al estilo del profeta a quien el Espíritu le ha abierto los ojos, le ha concedido la visión, lo ha hecho vidente de la nueva creación (Nm 24, 2-4). Porque el que, por el Espíritu, está en Cristo es una criatura nueva, y todo lo ve nuevo. Todo lo viejo ha pasado y ya no existe (2Co 5, 17). Por eso, el hombre espiritual , el hombre nuevo , muchas veces resulta ser una persona verdaderamente sorprendente. La libertad que le confiere la visión de la realidad en su profundidad más auténtica, por encima de la apariencia, de la costumbre, de la norma estrecha que provienen de la visión truncada, unidimensional y dualista de la realidad, resulta muchas veces chocante y hasta escandalosa. También es sorprendente la manera como vive el amor, su capacidad de adaptación y cambio, la hondura con que comprende a los demás y la simplicidad de su confianza en Dios. Es

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